Gracias por haber venido. Agradezco a Claudio por habernos permitido usar este salón, a Alejandro por la edición, a Mariano Lovelli y a estas dos “capas” que son Mariana Moyano y Florencia Saintout.

Todo, o casi todo está dicho ya. Obviamente el libro es una excusa para hacer este tipo de encuentros en todos los rincones donde podamos. No tiene mayor pretensión que esa. Y tratar, además, de ayudar a ir desmontando entre todos y todas el discurso del poder. Estamos construyendo una contra-cultura y no es fácil, ni corto, ni está exento de problemas. Pero sí tiene una línea rectora.

No es ingenuo que para ese discurso del poder el enemigo sea el Estado, no es porque sí. Si hay que criticar algo de la propaganda, hay que criticar a la pauta oficial; si hay que criticar algo de los medios de comunicación, hay que criticar la cadena nacional cuando la hace la Presidenta; si hay que criticar algo de la economía, hay que criticar la ineficiencia de las empresas del Estado; si hay que criticar algo sobre la acción social, son los planes sociales del Estado. Y esto va a estar cada vez más presente en este año electoral.

Discurso del Diputado Carlos Raimundi en la Facultad de Medicina por la Jornada de soberanía Alimentaria, martes 7 de abril del 2015; sobre AGRICULTURA FAMILIAR, Ley 27.118. Declárase de interés público la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena. Régimen de Reparación Histórica.

Muchas gracias, buenas tardes. El año pasado se sanciono la Ley 27118 de Agricultura Familiar. Hablar de su texto sería lo más sencillo. Ustedes mismos podrían buscarla y leerla. Lo que pretendo, más bien, es ponerla en contexto.

Todos los temas que se han tratado a lo largo de la jornada de hoy están integrados. Ninguno de ellos transforma la realidad por sí mismo, ni de la noche a la mañana. Se trata de una visión sistémica en torno al cambio profundo y necesario de nuestra matriz productiva, lo cual lleva un aspecto técnico-económico, pero también la organización social en general, y demanda una fuerte batalla cultural.

Breves apuntes sobre radicalismo, Karl Krause y Moisés Lebensohn

Luego de que los editores me honraran con la posibilidad de escribir sobre “Radicalismo, krausismo y pensamiento de Lebensohn” en la revista de la Biblioteca Nacional, me propuse no hacer un recuento meticuloso de cada tramo histórico, sino detenerme sólo en algunos de los hitos, que, a mi entender, llevaron a la declinación histórica de aquel movimiento nacional que, con la fuerza de la juventud en armas, había nacido en 1890 para democratizar al país. Los rasgos de identidad presentes en la genealogía de un movimiento político, no tienen necesariamente garantizada su perennidad, su vigencia a lo largo de todas las etapas de su existencia. No están exentos, en fin, de agotarse como opción de futuro.

La estructura económica, social y cultural argentina, así como su sistema político, han variado tanto desde el nacimiento de la Unión Cívica Radical en adelante, que ya no quedan casi rastros de aquella identidad fundante. Tratar de encontrar alguna similitud entre las conductas de Leandro N. Alem e Hipólito Yrigoyen, o más acá con Moisés Lebensohn, y las actuales referencias del partido radical –con minúsculas- da conjunto vacío.

Señora presidenta: seré breve porque la verdad es que me resulta muy difícil establecer una línea argumental de la oposición sobre la cual basar un análisis, y diga lo que diga no va a servir para modificar las opiniones vertidas porque hay una intención de oponerse anterior al debate. Es decir, es muy difícil encontrar un nivel de razonabilidad en las posiciones porque el recuento cronológico es: reclamar al gobierno que tiene que modificar la ley de inteligencia. Cuando el gobierno toma la decisión política de modificar la ley de inteligencia se hace una conferencia de prensa para expresar que se rechaza el proyecto con anterioridad a que el proyecto sea presentado. Por lo tanto, se clausura el debate. Pero resulta que después se oponen porque no tuvieron tiempo de debatir. Adonde se podía debatir, que son las comisiones, no asisten, y después vienen al recinto cuando el dictamen ya se ha emitido y proponen modificaciones. Entonces es casi imposible de comprender.

Por lo tanto, nosotros tenemos que seguir nuestra propia línea argumental y actuar con la fuerza de los hechos, porque es muy difícil encontrar un plano de razonabilidad. Porque, ¿adónde nos conduce decir que está mal no haberlo hecho antes y ahora también está mal hacerlo? Nos conduce a un callejón sin salida.

Voy a tratar de responder algunos argumentos. El primero es el que escuché de algunos diputados sobre cómo se puede debatir algo tan estratégico en un plazo tan breve. A mi siempre me llama la atención eso de considerar al debate parlamentario como un compartimiento estanco y sacarlo de un contexto en el cual, desde que se establecen los primeros contactos y los primeros acuerdos estratégicos entre el Presidente Néstor Kirchner y el Presidente Hu Jintao que hoy señalaba el diputado Heller, han viajado a China tres veces los Presidentes de la Nación y ha habido decenas de misiones comerciales, visitas de empresarios, rondas de negocios, visitas universitarias. Es decir que esto forma parte de una relación que se viene sosteniendo en el tiempo y en la que el parlamento es una de las partes, pero es un tema que ya se venía trabajando con mucha intensidad en la sociedad argentina durante la última década.

Segundo punto: ¿de quién estamos hablando? Estamos hablando de un país que representa el 20% de la población mundial, que ha crecido a un promedio de 10 puntos en el último cuarto de siglo y que de los casi 200 países que integran las Naciones Unidas, con 130 países China es el primer socio comercial. Y de esto quiero agregar algo más: de esos 130 países no hay uno solo que tenga un superavit en materia de comercio industrial con China. Desde el living hasta el baño, el escritorio o el garage de una casa de familia en el último rincón de cualquiera de esos 130 países hay un producto industrial importado de China.

Por lo tanto, el planteo del intercambio industrial, de la primarización, del valor agregado, hay que ponerlo en el marco de las dimensiones del país del cual estamos hablando, no de una supuesta debilidad negociadora de nuestro país. Es todo lo contrario, porque el déficit que tenemos con China lo tenemos sin los acuerdos. Es al revés: los acuerdos, de lo que tratan es de crear caminos para equilibrar las partes más desequilibradas de esa relación que no derivan de la debilidad de la Argentina sino de las dimensiones de este nuevo gigante económico a nivel mundial.