“Y porque las herramientas que tiene el gobierno están demonizadas por los principales medios opositores. Sin ir más lejos, usted odia a Guillermo Moreno y no tiene la más remota idea de por qué. Porque es patotero el tipo, se responde rápido. Pero, ¿a quién patotea Moreno? ¿A usted o a la pandilla de los formadores de precios? Le hago una pregunta, estimado lector: si el Estado tuviera cientos de Morenos dispuestos a controlar la cadena de costos en cada uno de los rubros de la economía, ¿no cree que usted estaría más protegido contra la especulación de los empresarios y comerciantes? Moreno está de su lado, aunque no pueda creerlo.”

Hernán Brienza, “Un cuento sencillo”, Tiempo Argentino, 24.02.13

 

Uno de los rasgos centrales de identidad de los procesos populares que estamos viviendo en América del Sur en esta primera parte del siglo XXI es el haber determinado un eje central del debate público: la discusión sobre el poder real.

El haber puesto en palabra y en acto, el haber desnudado a aquellos factores de poder que históricamente pusieron como escudo a la política, pero en realidad eran ellos los que decidían el modelo a seguir. Un modelo que garantizase básicamente sus negocios económicos, su impunidad judicial, la preservación de un marco político para sostenerse en el tiempo, y el manejo de los aparatos culturales, de modo de dominar el sistema de interpretación mayoritario de la realidad.

Liderazgos como los de Néstor Kirchner, Hugo Chávez, Lula da Silva, Evo Morales, Rafael Correa, Pepe Mujica, fueron los vectores de conducción política a lo largo de esta década, a través de los cuales, aun con sus particularidades, matices e incluso diferencias, nuestros pueblos, se embebieron mayoritariamente de la idea de que allí, en la discusión del poder real, estaba la cuestión central.

Esa mesa del poder real está ocupada por diferentes y muy potentes protagonistas: las embajadas de los EE.UU., las corporaciones financieras, los conglomerados económicos trasnacionales, los monopolitos mediáticos, y en algunos países como el nuestro, la cúpula de la iglesia católica.

Cuando esos factores de poder real pudieron ocupar el Estado, la mayoría de las veces interrumpiendo procesos legitimados por el voto popular, la hegemonía se tornó inapelable. Pero cuando, por distintas razones de agotamiento aunque sea temporario, perdieron esa hegemonía, la silla del Estado y la política pasó a manos del Pueblo. Pasó a convertirse en el único espacio a ocupar por el Pueblo en esa mesa del poder real.

En el primero de los casos, el Estado es la oficina de concreción de los intereses del poder. El ministerio de salud es una agencia de los grandes laboratorios internacionales, dedicada a frenar la investigación autónoma y a evitar políticas estructurales de salud, para que, en ausencia de ésta, ellos introduzcan sus negociados de medicamentos y aparatos.

La secretaría de agricultura se convierte en el despacho de las grandes exportadoras de materias primas, llamadas a interrumpir los procesos de industrialización. Y la secretaría de energía es ocupada por gerentes de las grandes multinacionales para preservar el modelo extractivista y depredador de nuestros recursos estratégicos.

Si una consecuencia trajo este debate central sobre el poder en los actuales procesos populares, es la necesidad de recuperar a nuestros Estados como palancas de desarrollo y espacios de ocupación de los intereses populares. En el Estado debe haber militantes comprometidos con las causas populares, y no tecnócratas que en su apariencia de neutralidad, se convierten en pusilánimes ejecutores de los proyectos hegemónicos, cuando no en los gerentes directos de los poderosos.

Cuando en el año 2004, el Presidente Néstor Kirchner, recuperó el Correo Argentino -tan caro a nuestra identidad nacional- Guillermo Moreno era Secretario de Comunicaciones. La pulseada con la empresa Shell para impedir el aumento de las naftas y concretar así el poder disciplinador de las directivas de un Estado popular, también encontraron a Guillermo Moreno al frente de la batalla. Su protagonismo fue crucial en aquellos largos tramos de 2008, cuando el Estado decidió apropiarse de una parte fundamental de la renta de los grandes grupos sojeros. Ni hablar de su pelea por la democratización de Papel Prensa.

Visitar las oficinas de Moreno en la Secretaría de Comercio era romper la solemne monotonía de los despachos públicos, para entrar en un espacio impregnado de historia popular, profundamente latinoamericana. Era acariciar los símbolos de la patria sublevada, era respirar doctrina nacional. Allí pude dialogar francamente con él, en circunstancias personales muy particulares, y le hice muchas preguntas. No siempre recibí las respuestas que esperaba, y hasta podría decir que no necesariamente -tal vez por falta de tiempo de análisis en conjunto- compartía todas sus medidas.

Lo que sí puedo decir, es que me dio la sensación de estar frente a un gran conocedor de cómo se configura la estructura de precios y las cadenas de valor en las distintas aéreas de la producción y la comercialización de la Argentina. Y fundamentalmente -y de aquí mi defensa- en su Secretaria no había burócratas ni tecnócratas; había defensores incorruptibles del proyecto nacional y popular, militantes que trabajaban en el equipo del Compañero Secretario: ¡el Compañero Guillermo Moreno!

Publicado en: http://www.notinac.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=24921

 Las recientes decisiones tomadas por la presidente de la Nación Cristina Fernández de Kirchner inmediatamente después de reasumir plenamente sus funciones, se inscriben en lo que es un rasgo de identidad de cómo actúa el kircherismo ante un escenario que se torna complejo, y, lógicamente, no exento de dificultades.

 Luego de la elección de medio término de 2009, el gobierno nacional llamó al diálogo político a partir de su entonces Ministro del Interior, Florencio Randazzo, e intensificó su iniciativa parlamentaria. Partiendo de un resultado electoral menor que el esperado, redobló su capacidad para fijar agenda política.

 Las elecciones de medio término de 2013 reflejan que, si bien el FpV mantiene su primer lugar como fuerza nacional y conserva sus mayorías parlamentarias, el resultado no fue el que hubiésemos deseado.

 No obstante, con la misma claridad que admito esto, es necesario decir que los resultados electorales del 27 de octubre no modificaron estructuralmente el escenario político de la Argentina. El gobierno nacional sigue siendo el principal -por no decir el único- núcleo de irradiación política del país, y como tal ocupa el centro del escenario nacional. Y no se vislumbra la aparición de ningún otro actor capaz de relevar al gobierno nacional de esa centralidad. Hasta podría decirse que el fallo de la Corte Suprema que 48 hs después confirmó la constitucionalidad de la Ley de Medios, produjo un impacto superior sobre la escena política, por cuanto gravita sobre la propia ecuación de poder real mucho más que las propias elecciones.

Buenos Aires, 19 de noviembre (Télam).- El diputado nacional Carlos Raimundi afirmó que la vuelta de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a la conducción efectiva del país “ratificó el rumbo con unidad de concepción y unidad de liderazgo”.

El diputado nacional por Nuevo Encuentro destacó que el regreso de la Presidenta a sus funciones “desmiente el clima de alarma que la oposición intentó instalar”.

En este sentido, Raimundi señaló que “los momentos vividos por la Argentina en las últimas semanas, muestran un país que funciona con absoluta normalidad, aún cuando el liderazgo atraviese una situación como la de Cristina”.

El legislador también se refirió al debate abierto en torno a las reservas del Banco Central y afirmó que “la necesidad de atender el curso de las reservas responde, paradójicamente, a un proceso virtuoso que es el crecimiento de la economía”.

“Este proceso demanda mayor energía y requiere de la importación de insumos y bienes de capital que ocasiona la mayor salida de divisas”, indicó.

En tanto, Raimundi celebró la designación de Axel Kicillof como ministro de Economía ya que “ha dado pruebas de ser quien garantiza hacer lo necesario en cuanto al autoabastecimiento de energía y sustitución de importaciones”.(Télam)

Publicado en El Comercial (http://www.elcomercial.com.ar/index.php?option=com_telam&view=deauno&idnota=385806&Itemid=116)


Transitamos una etapa centrada en un paradigma de acumulación a nivel mundial, por el cual menos del 4% de la población consume el 30% de la energía, y el 0,1% concentra el 82% de los recursos bancarios. El volumen del sistema financiero privado es varias veces superior a la suma de reservas acumuladas en los Bancos Centrales del mundo, lo que deja al descubierto la posición de cada uno –el mercado y el Estado– en la ecuación de poder.

A todo esto, se agrega la crisis económica de los países centrales. Es decir, deben sostener un nivel de hiper-consumo y elevada concentración, en medio de un alto déficit y crisis productiva. ¿Quién ha pagado esa concentración de riqueza, propia de la relación centro-periferia? La periferia. Pero ya no alcanza. El empobrecimiento progresivo de la periferia y la concentración de la concentración (sic) en el centro, hace que hoy les resulten insuficientes los recursos provenientes del sur. Por eso, la crisis ha comenzado a carcomer a la periferia del centro, esto es, al Estado de bienestar europeo, y a 45 millones de estadounidenses que hoy viven en la pobreza. Sí, el equivalente en población a más de una Argentina.

Pero no es sólo eso. Es que una región del sur, como América del Sur, les está diciendo que no. Que se resiste a seguir jugando ese penoso papel histórico que le fuera asignado debido a la complacencia de gobernantes serviles, e intenta ponerse de pie. Esa es la razón de la virulencia de los ataques a nuestros líderes y a nuestros procesos populares, de las mentiras, de los golpes blandos…