INTERVENCIÓN DEL DIPUTADO CARLOS RAIMUNDI EN EL PANEL DE CIERRE DEL TALLER INTERNACIONAL “LIBERALIZACIÓN DEL COMERCIO Y DESARROLLO”, GINEBRA, 20 – 3 – 07. INTEGRARON EL PANEL: ECKART GUTH, EMBAJADOR DE LA COMISIÓN EUROPEA; PETER ALLGEIER, EMBAJADOR DE LOS EE.UU. Y RUFUS H. YERXA, DIRECTOR GENERAL ADJUNTO DE LA OMC (ORGANIZACIÓN MUNDIAL DEL COMERCIO).
En primer lugar celebro la realización del evento, pues permite conectar dos mundos hasta ahora muy incomunicados. Por un lado la organización burocrática de la OMC, el mundo de los papeles y los números (“papers and numbers”), con el universo de los parlamentarios nacionales, quienes, en la medida en que no hayamos traicionado el mandato recibido de nuestros votantes, representamos el mundo de las personas de carne y hueso, entendiendo —desde ya— que las personas son más importantes que los números.
Mis preguntas van a ser muy específicas, pero debo ubicarlas en un contexto. Durante estos dos días ha quedado demostrado que estamos en presencia de un sistema. Un sistema multilateral representado por la OMC, el Banco Mundial y el FMI, cuyas políticas guardan una evidente coherencia entre sí.
En el día de ayer el embajador Crawford Falconer dijo textualmente que la OMC se debe a sus miembros; no es un banco, sino un órgano de servicio a los países que la sostienen. Ahora bien, si tuviéramos en este instante en nuestras manos los datos que cuantifiquen el volumen total de los presupuestos públicos de los países subdesarrollados y lo comparásemos con los volúmenes de facturación de los monopolios que gobiernan a escala global los flujos y las estrategias de intercambio de bienes y servicios, notaríamos una clara ventaja de varias veces a favor de éstos últimos. Lo mismo ocurriría si hiciéramos la comparación entre los presupuestos de los bancos centrales de nuestros países respecto de las principales cadenas de bancos privados que lideran el proceso de “liberalización de servicios financieros”. Y algo similar se observa en el exiguo porcentaje que representa la “ayuda para el comercio (aid for trade)” que dispensa la OMC, en comparación con el volumen total de los flujos comerciales y financieros sobre los que esa ayuda está llamada a actuar.
Otra de las conclusiones de este Seminario es que la regulación estatal, en este caso de los países subdesarrollados, juega un papel principal en pos de neutralizar los efectos no deseados de la liberalización.
En este ítem la educación juega un rol fundamental. El poder de influencia que ejercen los grupos económicos y financieros más poderosos que están detrás de la liberalización ha avanzado mucho en estos años sobre los sistemas educativos de nuestros países, creando institutos y universidades —en muchos casos producto de la liberalización de los servicios educativos—que retrasmiten el conocimiento desde la perspectiva de sus intereses y van formando elites intelectuales que luego ocupan cargos clave en las políticas nacionales, no precisamente para mejorar la capacidad de regulación estatal sino para sacar provecho de ella.
Otro componente importante que estuvo ausente de las exposiciones es el endeudamiento externo de nuestros países, entendido, más que desde su composición financiera, como factor limitante y condicionante esas mismas políticas estatales que vuestra organización reclama.
La primera pregunta concreta a los expositores es la siguiente. Qué hace la OMC para neutralizar los efectos contrarios a la capacidad de regulación estatal que surgen de tal desbalance de presupuestos.
La segunda pregunta tiene que ver con la confirmación de dos tendencias simultáneas y paralelas de las últimas décadas. La primera, la tendencia a la liberalización del comercio de bienes y servicios. La segunda, la tendencia al empobrecimiento progresivo de un porcentaje mayor de la población mundial, la ampliación de la brecha tecnológica, etc. Aún aquellos países que han progresado en cuanto a sus fundamentos macroeconómicos, no han logrado modificar estructuralmente la situación de la pobreza o achicar la brecha social. Cómo explica la OMC y el sistema de la economía mundial del que forma parte la coincidencia de ambas tendencias, mayor liberalización, mayor pobreza.
Finalizo con dos consideraciones. Todo lo que hemos escuchado sobre liberalización del comercio y desarrollo puede ser conceptualmente legítimo. Por ejemplo: “a mayor intercambio, más cantidad de personas ingresan en el circuito económico y por consiguiente en el sistema de derechos y libertades”, o, “la política doméstica debe regular a la economía globalizada”. Pero en estas ecuaciones están ausentes dos conceptos, que desearía saber cómo son ponderados por las autoridades de la OMC. El primero es el del poder: cuando hice referencia a la asimetría de los volúmenes financieros que manejan los grandes grupos económico-financieros respecto de los Estados en desarrollo, a lo que pretendía apuntar es al marcado desbalance de poder. Esto significa que entre la presunta legitimidad de las reglas del comercio internacional del mundo de los papeles y los números, y la concreción de esas reglas en el mundo de las personas de carne y hueso, entran en juego diversas relaciones de poder que interfieren en el modo como se interpretan las reglas, cómo se aplican las reglas y cómo inclusive se violan esas mismas reglas.
Y consecuentemente con esto, cómo pondera la OMC la presencia de la corrupción en esta relación entre una política doméstica tan pobre si se la compara con una economía global tan poderosa. Muchas gracias por su atención.

NO HUBO RESPUESTA.-