Carlos Raimundi en el programa Mañana Sylvestre, con la conducción de Gustavo Sylvestre

Escuchalo en Radio 10

Carlos Raimundi sostiene en este artículo, que el gobierno está entrando en un plano inclinado que no tiene retorno porque la pertenencia, el perfil y los intereses particulares de los empresarios devenidos en funcionarios, los lleva a profundizar cada vez más los caminos de la depredación del país. El camino de salida plantea el desafío de un cambio de fase del movimiento nacional y popular: del hartazgo a la esperanza.

Por Carlos Raimundi*

(para La Tecl@ Eñe)

En una conferencia, en 2013, se puso a prueba ante 500 personas la posibilidad de que alguno de los asistentes acertara el peso de un buey que el conferencista había conducido hasta el escenario. Votó cada persona presente y ninguna dio con la verdad. Pero, curiosamente, fue el promedio entre todos los votos la cifra que se aproximó casi con exactitud al efectivo peso del animal. Esta introducción es solamente un ejemplo aleatorio de eso, por momentos intangible, pero real, que podríamos llamar “sabiduría popular”.

El secretario general de Solidaridad e Igualdad Carlos Raimundi analizó la formación de un frente electoral que proyecte un modelo de país y criticó las políticas del gobierno nacional.

El ex diputado nacional pasó por Escuchame una cosa (Radio La Plata FM 90.9) y habló de cómo el macrismo llegó al poder, de la eficacia de su estrategia comunicativa y esgrimió algunos puntos para que la unidad de la oposición sea posible de cara a un proyecto que convenza al electorado.

Carlos Raimundi afirma en esta nota que el sistema de representación demo-liberal se agota en paralelo con el agotamiento moral del modelo de concentración financiera. Para re-democratizar el poder plantea retomar la idea más profunda de la democracia que proviene de la expresión pública en el ágora.

Por Carlos Raimundi*

(para La Tecl@ Eñe)

La palabra república (res publica = cosa pública) se remonta a la Roma anterior a Cristo. Pero, tal como la conocemos, es una construcción mucho más reciente, heredada de las ideas liberales de la Europa de los siglos XVII y XVIII, y plasmada en la constitución de los EE.UU. de 1787. Los ‘padres fundadores’ de ese estado, lectores de Montesquieu y hombres de gran poder económico de la naciente burguesía, estaban llamados a construir un sistema de gobierno que representara a la nueva clase dominante en lugar de las antiguas monarquías, que expresaban al clero y la nobleza decadentes. Con ese objetivo, idearon dos grandes poderes surgidos del voto de las mayorías, el ejecutivo y el legislativo. Pero se reservaron para la élite económica el dominio de un tercer poder no mayoritario, el judicial, para que ejerciera en última instancia el control de lo actuado por los anteriores. Lo justificaban con el argumento de que se trataba de un sistema de ‘frenos y contrapesos’ capaz de impedir que se reiteraran los abusos del monarca, y, a su vez, de prevenir los riesgos de una posible ‘tiranía de las mayorías’.

Todo contrato que no se cumple deja de ser válido

Estimado lector o lectora, quisiera que me acompañe en la elaboración de un razonamiento que no tengo aún muy sintetizado, pero del cual estoy íntimamente convencido.