El sistema tradicional de partidos había sido funcional a las multinacionales y su pacto con los EE UU. Por eso, Chávez, luego del 'Caracazo' del que se cumplen 25 años y de su consiguiente estadía en prisión, formó una nueva coalición política y social, y reformó la Constitución, incorporando los nuevos derechos, y forjando nuevas estructuras de propiedad social y de organización y poder popular.

Hugo Chávez sabía perfectamente que, tal como estaba la Venezuela tradicional, su petróleo y un pueblo pasivo servían a un sistema de acumulación y de poder que demanda el 30% de la energía del planeta para sostener el consumo de un pueblo que no alcanza al 4% de la población mundial. Chávez sabía que el poder nunca aceptó pacíficamente la soberanía de los países históricamente dependientes.

El despliegue militar de la OTAN (de la que alguna vez fuimos 'aliados estratégicos') en Medio Oriente, la invención de la denominada 'primavera árabe' (que no fue otra cosa que financiar y entregar armas, recursos y medios de comunicación a la oposición desde el exterior y sostener sicarios para desestabilizar a los gobiernos soberanos del Oriente próximo) y el actual proceso de Ucrania, principal proveedor de gas de la Unión Europea, forman parte del mismo conflicto, a escala planetaria, que involucra a Venezuela, y con ella a toda América Latina. Y Hugo Chávez sabía perfectamente que la respuesta a tamaña disputa jamás podría ser dada por un país en términos individuales. Ni siquiera por varios países, por más atrevidos que fueran, sin una misma visión estratégica y sin políticas macroeconómicas comunes, y sin organizar y movilizar a sus pueblos.

Hugo Chávez sabía que había que rechazar el ALCA, crear un sistema regional de decisiones prescindente del tutelaje histórico de EE UU., crear una empresa regional como Petrocaribe, ayudar financieramente a la Argentina en los tiempos de mayor ahogo. Sabía que tenía que convencer incluso a los pueblos angloparlantes del Caribe de que la causa de Malvinas era también su causa. Sabía que había que crear y financiar el Banco del Sur, desarrollar una moneda de intercambio como el sucre, que ahorrara divisas en el comercio regional para cuidar esos dólares y destinarlos a obras de infraestructura.

Chávez, Lula y Néstor Kirchner lo sabían. Pero quiso el destino que ya no desempeñen el mismo rol. Y más grave aún, dos de ellos han partido físicamente.

Eso ha envalentonado al poder y actúa en consecuencia. Pero ya no se trata sólo de saber cómo actúan las fuerzas desestabilizadoras, sino de cómo debemos actuar nosotros frente a ellas. El desafío está de nuestro lado. Quienes han tomado sus lugares también tienen muy en claro cuáles son las estrategias del Imperialismo respecto de nuestra región y de otros pueblos del mundo. Lo que debe profundizarse en esta etapa, pese a la ausencia de estos grandes líderes, es el despliegue de todas las asignaturas pendientes de 'nuestra' estrategia respecto del imperialismo. Es la mejor manera, más allá de las palabras de homenaje, de recoger y llevar adelante el legado de Hugo Chávez.


Publicado en Tiempo Argentino el 05/03/2014

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