Señora presidenta: ¿se puede discutir un presupuesto nacional por fuera del contexto político y económico tanto nacional como internacional?
La Argentina hoy está situada en el centro de una disputa de poder a nivel mundial que le exige al gobierno concesiones en términos de política financiera. Por presiones mucho menores otros gobiernos han tenido que ceder sus proyectos económicos y políticos o, lisa o llanamente, han claudicado.
Este es un gobierno que frente a las presiones financieras contesta inyectando más recursos a la demanda y al consumo.
El presupuesto no es un fin en sí mismo; este presupuesto en particular constituye un eslabón dentro de un engranaje político que tiene distintos planos.
La denuncia internacional a la extorsión financiera realizada ante el G77, la OEA y Naciones Unidas, y la decisión de investigar cómo funcionan los fondos buitre a nivel externo e interno, se ubican en un plano didáctico, porque la presidenta ha sido muy clara al mencionar con nombre y apellido a los responsables y los procedimientos que utilizan estos poderes para extorsionar a los gobiernos nacionales que intentan defenderse con este tipo de herramientas políticas.
Pero también el investigar cómo funcionan esos poderes pone al descubierto muchas cosas. Por ejemplo, que una imprenta no tuvo problema en perder muchos millones de dólares declarando una quiebra con tal de crear un clima de zozobra política, social y laboral en el país. O cómo están vinculados con la explotación de los recursos naturales del Atlántico sur, o cómo leí en una publicación de este domingo los derivados financieros abarcan una cantidad de variables tan insondable que hay un derivado financiero que tiene una cláusula que se gatilla si se desploman las acciones de YPF.
Así funcionan estos poderes. ¿Cómo le contesta el gobierno argentino? Con estas herramientas, con este presupuesto como herramienta; con la ley de defensa del consumidor; con un proyecto para que intervenga el Estado en la estructura de costos de las empresas; con los estímulos a la contratación de personal; con los programas de construcción de viviendas; con los programas para reactivar la producción automotriz; con la creación de una secretaría para normalizar los barrios más humildes, es decir, con una cantidad de herramientas, una de las cuales es este presupuesto.
Finalmente, algunos nos piden precisión absoluta para fijar cuánto van a valer determinadas variables macroeconómicas a finales del año que viene. Ahora, yo me pregunto, ¿cuál es la precisión con la que ellos determinan cuántos millones de toneladas de cosecha no van a liquidar para presionar al gobierno para que devalúe? ¿Cuál es la precisión técnica para fijar la brecha cambiaria con el dólar ilegal, que se fija en una cueva entre cuatro personas, un tipo de cambio que no repercute para nada en el 95 por ciento de la economía real del país y tiene la capacidad de influir y crear un clima de zozobra generalizado?
Quienes operan en ese mercado ilegal es, o porque tienen una tasa de evasión lo suficientemente grande que les permite ganar dinero aun pagando un precio tan elevado por ese dólar ilegal, o porque no dudan en tener pérdida económica comprando dólares a ese precio porque lo que tienen detrás es una finalidad de desestabilización política.
Entonces, los que nos piden precisiones técnicas extremas de aquí a un año en este contexto internacional son los que encabezan la disputa política con el gobierno nacional. Cuando veo dónde se paran unos y dónde se paran otros en ese contexto, no tengo ninguna duda de que tengo que acompañar las herramientas que me pide este gobierno popular para sostener esta disputa contra esos sectores desestabilizadores.