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Jueves, abril 29, 2010

¿Qué les pasó?

 

¿A Clarín se lo puede empezar a nombrar en pasado? No creo. No creo que aún. Y sin embargo se podría ensayar algo en función de un hecho irreversible: aún cuando un futuro gobierno y distintas justicias interrumpan la nueva ley de medios, Clarín estará en serias dificultades de volver a ser el mismo, de volver a su propia normalidad. Y detrás de eso, detrás de esa lenta explosión, cabría la pregunta si desde este lado de la ley hay otro Clarín en ciernes, es decir, si hay otro Gran Diario Argentino que sea capaz de estar en esa mitad. Y no lo digo por su aspecto monopólico o dominante en el mercado, pero sería pertinente quizás preguntarse por la existencia de algo que tenga, digamos, esa “centralidad”. Algo que distribuya consensos y rechazos sociales, que arbitre por afuera de la constelación del Estado. ¿No es Clarín el punto exacto entre economía y democracia, un “oficialismo permanente” fuera del Estado, en el lugar de “lo público”? No como empresa o como grupo económico estrictamente, sino como esa constelación de intereses y lecturas. ¿Qué significa el fin de Clarín? Es decir, exactamente el fin de qué dentro del ciclo democrático significa el posible, el presunto, el hipotético, fin de Clarín. Y, a la vez, no preguntarse si va a ser mejor una sociedad sin Clarín, sino, cómo va a ser la sociedad nueva es otro interrogante abierto. Como si detrás o después de Clarín estuviera su contracara: el conflicto, una dialéctica de adversarios o intereses, y se pudiera borrar cualquier apariencia de unidad laica por el bien común. Clarín era el modelo de una democracia, y quizás para el Gran Diario, la muerte de Alfonsín -con sus “ceremonias”- haya significado una despedida propia, a pesar incluso de la historia de Clarín y Alfonsín (porque estaba esto: “Hay que cuidarse de ese diario. Ataca como partido político y si uno le contesta, se defiende con la libertad de prensa.”). Con el padre de la democracia se despedía un modo de hacer política donde la política siempre resultaba desigual y débil, una política necesitada de quien fuera capaz de operar con legitimidad permanente, un “cuarto poder” todopoderoso, el diario con más paciencia y contundencia que caminaba adelante... y al paso del más lento. La verdad ya casi revelada de Ernestina es otro modo perfecto de cerrar el círculo, porque en esa verdad hay una revelación doble, algo que expresa la “intimidad” del diario, la familiaridad con aquel Poder, más allá de Papel Prensa. ¿Y qué círculo se abre ahora? El kirchnerismo buscó desesperadamente en todos sus años la contradicción principal, y lo hizo buceando en la historia democrática. El kirchnerismo ayudó a parir “la Madre de todas las Batallas” democráticas, que aparentemente era una batalla desconocida o metafísica, ya que Clarín aparecía como un aliado originario de la democracia, un portador sano de las destituciones que operaban constantemente sobre los gobiernos. Sólo un trosco podía creer que la lectura del “enemigo” suponía leer Infobae o Ámbito Financiero, es decir, pasquines de los (como Yabrán llamaba) “capitalismos insolentes”, y que se jugaban en la timba económica su negocio golondrina, y que aún resultan oscuros y carroñeros enemigos de Clarín, como lo es Hadad. Clarín siempre parecía estar como por fuera incluso del mercado bursátil (aunque estuviera “hasta las manos” en él). Clarín abría y cerraba ciclos políticos, como quien vuelve una y otra vez a la escena del crimen, perfectamente limpio y peinado, y se guiña el ojo con el de Asuntos Internos, porque conoce la trama secreta del crimen que compromete a todos. Siempre Clarín estaba ahí, bajo la forma de un poder invisible que borraba constantemente sus formas de distribuir apoyos y golpes, como si sólo subordinara sus humores a los de una sociedad que necesitaba de Clarín, es decir, una sociedad que se diversificaba y que necesitaba que Clarín se diversifique con ella, que acompañe sus transiciones tecnológicas, que las acelere. Clarín mezclaba la inspiración universalista Radical (“alguna vez alcanzaremos la justicia social pero a base de la buena voluntad”) y la fuerza de una máquina destituyente (“fierros mediáticos”) que consumaba los “crímenes políticos” deseados. Clarín, exagerando, era la dictadura del proletariado de clase media cuya fuerza era invisible, como la mano del mercado: una, dos, hasta tres tapas, y el resto ocurría “solo”. Clarín era un modo inteligentísimo por donde se tramitaba más visiblemente, más que en el Estado, la continuidad. El misal donde se sermoneaban las refundaciones de cada nuevo gobierno. Clarín era una presencia papal, cuya tracción no dejaba de incluir y excluir sutilmente. Digámoslo: Estela Carloto también fue un personaje de Clarín, hubo una vez una época en que sí, no hace tanto. ¿Cómo convivía eso con la verdad de Ernestina? Bajo la fuerza de la inteligencia. Si Magnetto fue el fin del “desarrollismo” en el Gran Diario, también fue una figura de nuevo orden que cumplió un rol histórico, el de la secularización de un diario que quería multiplicarse siguiendo la ruta de eso que empezó a producirse en 1976. Clarín quería acompañar a cada persona o ciudadano a la casa y ser parte del universo de transformaciones culturales y de consumo. Democracia y mercado, una armonía de valores que hoy parecen irreconciliables. Pero Clarín debería pensar y marcar como “el principio del fin” a la caída general del 2001. Es ahí, cuando la política se volvió absolutamente visible, una negociación en vivo y en directo entre pequeños hombres de estado que no querían ponerse la banda, cuando no había sinfonía ni relato, y se borraba la cadena de legitimidad pública, ahí también se empezó a gestar su fin. Es decir, Clarín fue parte del problema del fracaso de las economías del 83-01. El Gran Diario de las Crisis económicas, el Gran Diario del gobierno de la economía sobre la política, como toda crisis real. REAL. Y en eso que “estalló” en 2001 empezó a caer. En la restauración oscura de Duhalde empezó a caer, cuando sus tapas giraban en falso y mostraban la hilacha. En la restauración blanca de Kirchner empezó a caer. En la “profundización” de Cristina. Y de un modo conmovedor empezó a caer. Y es una caída que deja un hueco. Incluso un hueco de apariencia horrible para muchos. Las torpezas de hoy, sus torpezas editoriales, se deben a ese lugar que hoy ocupa, cuando su negocio más fino fue el de nunca ocupar ese lugar, es decir: alinear la tropa, perder matiz y diversidad, uniformar el discurso y mostrarse como “parte”. Lo que Kirchner expuso en 678 de la negociación con Magnetto, esa zona en donde Clarín es una sola negociación. Clarín era el Partido Justicialista de la Clase Media. No está despierto quien debe responder si esta lucha y si este posible final valen la pena. Despertémoslo entre todos.

posted by paniagua @ 1:37 AM