Sr. Raimundi.- Señor presidente: más allá de la postura que cada uno tenga, este debate es bienvenido; ya sea por circunstancias queridas por el gobierno o por la crisis externa, hoy nos encontramos ante la posibilidad de poner algunas cosas en su lugar.

 

Si hay algo que tiene que ver con la incertidumbre y el riesgo son las inversiones en la bolsa, la apuesta a la cotización de los títulos y la volatilidad de los mercados de capital. Del mismo modo, si hay algo que tiene que ver con la seguridad y la certidumbre son los aportes de los trabajadores activos, sobre todo cuando su destino son las jubilaciones de los trabajadores jubilados.

Resulta que la Argentina durante 15 años vivió en el contrasentido de poner aquello que necesitaba mayores niveles de certeza y certidumbre en una mecánica que tiene que ver con el riesgo y con la tómbola financiera. Por lo tanto, quitar esos aportes de los riesgos de los mercados especulativos es empezar a poner las cosas en su lugar.

Señor presidente: debido a que detrás existe una historia, a que votamos como votamos en la década de los 90, a que desde hace 8 años la señora diputada María América González tiene un proyecto en este sentido, a que hace tres semanas en el dictamen de minoría del proyecto de presupuesto junto con el diputado Lozano incluimos este mismo tema, a fin de poner en el Estado los recursos de las administradoras privadas de pensión, no podemos ser incoherentes sino que tenemos que acompañar este proceso desde el punto de vista de conceptual y filosófico.

Sinceramente le digo y no es una chicana, todo lo contrario, tiene que ver con la conclusión y con el fondo de la cuestión- la cuestión de cómo eran antes las posiciones de algunos y cómo son ahora tiene que ver con lo más profundo de la credibilidad. ¿Qué sucede si no media una autocrítica fuerte? Hay mucha gente, desde ciudadanos comunes hasta dirigentes políticos, pasando por todos los matices intermedios de nuestra sociedad, que está de acuerdo en ponerlo dentro del sistema público, que está hastiada del sistema privado pero que ve que los actores que pueden llegar a administrar este sistema no son confiables, porque son los mismos que hace 15 años dijeron que confiaran exactamente en lo contrario que están sosteniendo ahora.

Lo que quiero decir con esto, por eso no es una chicana, es que las garantías con respecto a que no se va a invertir en el exterior, que no se va a hacer caja con esto, que debe estar absolutamente identificado el destino de los fondos, tienen que estar escritas y subrayadas en el proyecto y no pueden figurar solamente en la versión taquigráfica de lo expresado por un funcionario. Esto debe ser incluido en el proyecto precisamente para que gane credibilidad, para que se sepa que las palabras están acompañadas por un instrumento legal. Por ese motivo pedimos modificaciones, no por la incongruencia de los que toda la vida pensaron una cosa y ahora, porque lo hace este gobierno, votan en contra. Vamos a acompañar el criterio y el concepto pero pedimos encarecidamente que sean consecuentes. Si la presidenta dice que se trata de una cuestión estratégica y que está en juego el futuro de las generaciones, esto no se compadece en absoluto con el planteo "esto no se toca y queda tal cual fue presentado", porque es mejorable y perfectible.

Quiero comentar algunos de los argumentos de los que están en contra. Las AFJP perdieron porque compraron títulos públicos para pagar deuda. Creo que es muy fuerte el énfasis que hay que poner para decir dos cosas. Primero, que esa deuda fue contraída, en parte, por efecto de la privatización del sistema.

Segundo, que ese no es un planteo hecho desde el lado progresista o desde el análisis de la legitimidad de la deuda, sino que se hace sosteniendo que no se pague con esto sino con otra cosa.

¿Con qué se compara el tema de la seguridad jurídica? ¿Con la seguridad jurídica de que cuando este sistema jugaba a favor de la seguridad financiera internacional venían los resúmenes mensuales a la casa de cada aportante, en los que se informaba que uno que había aportado diez, gracias a la habilidad para hacer negocios financieros, tenía 15? Ahora ya no llega ninguno de esos resúmenes porque tendrían que informar que quien tenía 10 diez ya ni siquiera tiene eso, sino mucho menos.

Las únicas que no asumieron riesgo fueron justamente las administradoras, porque lo que embolsaron cash en el bolsillo y no pusieron en ninguna tómbola financiera fue el 25 o 30 por ciento de las comisiones que cobraron cash y que sacaron del bolsillo de los aportantes al sistema. Entonces, creo que esta es la mejor manera de contestarle a esta lógica que nos gobierna porque estamos muy colonizados culturalmente.

Cuando uno escucha a algunos economistas, sabe a quién está escuchando y qué representan. Pero cuando uno escucha a algunos políticos, me da la sensación de que están haciendo playback, es decir, hacen que hablan cuando quienes verdaderamente lo hacen son sus asesores económicos que representan a grupos aseguradores, bancos o entidades financieras muy vinculadas con grupos internacionales. De lo contrario, no se puede creer que toda la vida hayan sostenido el sistema estatal y que ahora, cuando estamos a punto de pasar nuevamente a ese sistema, sostengan que van a votar en contra porque quieren mantener el sistema como está.

Ahora bien, decía que existe una colonización cultural que hace que mucha gente de buena fe diga "esta plata es mía, ¿por qué me tienen que decir lo que tengo que hacer con ella? ¿Por qué me obligan ahora a pasar al Estado?" Debemos discutir y confrontar este razonamiento en profundidad porque llevado al extremo provoca la disolución lisa y llana del Estado. No se trata sólo del dinero de los aportes; también podría incluirse el dinero de los impuestos, que también es nuestro. ¿Se lo voy a dar al Estado para que teóricamente me lo devuelva con buena educación y seguridad? Yo sé que no es bueno lo que devuelve el Estado, pero no por ello vamos a eliminar los impuestos.

Para evitar que el ciudadano de buena fe, el ciudadano medio, que es el que da vuelta la opinión pública y el clima social, que es el que le da legitimidad a los proyectos y procesos, no tenga la posibilidad de decir que el dinero es suyo debemos incorporar en el proyecto cláusulas que establezcan que así como el dinero no es de él sino de un sistema solidario, tampoco lo es del funcionario que lo recauda. Tenemos que hacer que el ciudadano no diga que el dinero es suyo, pero también debemos hacer que el funcionario que lo recauda diga que tampoco es suyo.

Aunque parezca paradójico tenemos que regular al Estado, pero no sólo con control parlamentario. El proceso de privatizaciones tuvo control parlamentario, con oficialismo y oposición, y no obstante se vendió el país. No estoy en contra del control parlamentario, sino que lo que sostengo es que éste no alcanza si no existe control social de los legítimos dueños de estos fondos. Debería crearse un ente que no sea consultivo ni para fiscalizar ex-post sino para que analice con las autoridades estatales y empresariales cuál va a ser el destino de los fondos y cuáles van a ser los límites. Y estos límites, tal como se señaló anteriormente, hay que establecerlos en el proyecto.

¿Por qué digo esto? Porque la Argentina tiene que crear una política de recaudación de recursos consistente con el sistema estatal. Me refiero a que debe crear una vez el margen de fondos con que tiene que contar la ANSES. Una vez que estén actualizadas las jubilaciones, una vez que se hayan cumplido los preceptos de la ley en términos del porcentaje del salario activo, una vez que se haya cumplido con los juicios que demandan la Constitución Nacional y los fallos de la Corte Suprema, y una vez que se haya llevado a cabo la movilidad de verdad, si al Instituto le quedan fondos, tiene que invertirlos o colocarlos en políticas de ingreso universal, en créditos para la diversificación de la inversión productiva en pymes o en fondos de infraestructura que impliquen políticas domésticas que reactiven la actividad económica para que de alguna manera se contrabalanceen los efectos recesivos de la crisis externa.

Además, creando inversión genuina e ingresos para demanda estamos reactivando la posibilidad de que trabajadores activos y formales hagan aportes de calidad para alimentar el sistema previsional, a partir de ahora en manos del Estado.

Esas son las modificaciones de buena fe que nosotros queremos. No estoy planteando que modifiquen por presión de los que opinan en sentido inverso o de mala fe sobre este proyecto.

Yo no estoy de acuerdo y voté distinto a lo que votaron algunos funcionarios en 1993, pero cuando hoy llegue a mi casa no le puedo decir a mi hijo que voté en contra porque Parrilli votó a favor en 1993 las privatizaciones. No me lo va a entender. Me va a entender si voto a partir de conceptos y de paradigmas. Y estamos en un momento donde es posible recuperar al Estado como paradigma en el proceso económico. ¿Por qué? Porque ¿Qué es la caída de la burbuja? ¿Qué es esa plata que se derrumba todos los días en los mercados? El dinero que circula artificialmente en el mundo financiero totalmente divorciado del mundo productivo y de los actores reales de la economía.

Por eso esta caída va a tener efectos negativos en una primera etapa, pero en una segunda etapa va a aproximar el mundo financiero a la economía real. Por esos paradigmas es que estamos votando. Es por ese cambio de época que estamos votando. No porque no dudemos de la honestidad de muchos funcionarios porque yo sé cómo financian la campaña algunos funcionarios del Frente para la Victoria. Pero no puedo votar por eso. Tengo que votar por el concepto y por el paradigma.

Lo único que les ruego, señor presidente, es que no prostituyan esos conceptos. Cambien lo que tengan que cambiar para que todo el mundo sepa que esto es realmente en beneficio de sus reales dueños y destinatarios, y no de los funcionarios de turno.