Buenos Aires, 20 de agosto de 2008 

Sr. Raimundi.- Señora presidenta: adelanto el voto negativo de mi bloque por dos tipos de objeciones: una en cuanto a lo formal, y la otra en cuanto al contenido.

La verdad es que hay muy pocos proyectos cuyo tratamiento sea tan previsible en cuanto a los plazos, y éste es uno de ellos. Como la autorización de la misión tiene un plazo de dos años, cuando se aprueba el proyecto ya se sabe cuándo vence dicha autorización y, por lo tanto, cuándo hay que enviar al Parlamento la nueva autorización. Es muy simple.

Sin embargo, a pesar de que desde hace dos años ya se sabía cuándo vencería la autorización, hoy las tropas están cumpliendo su misión en Haití sin autorización legal. Esta es la primera objeción, es decir, la formal.

La segunda objeción –la de contenido- es que existen muy pocos proyectos que signifiquen una réplica tan perfecta, en cuanto al marco, del tratamiento anterior. Recién escuchábamos al señor diputado Villaverde, presidente de la Comisión de Defensa Nacional, la vez anterior escuchábamos al señor diputado Argüello, que en ese momento presidía la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto –hoy la preside el señor diputado Godoy-, pero los contenidos, el formato o los planteos son exactamente los mismos.

Y a la vez hay muy pocos proyectos que sean tan similares y que se reiteren cada dos años, como el que estamos tratando, porque se trata exactamente de un trámite formal, de "recorte y pegue", de cambiarle solamente la fecha.

 

Tanto los fundamentos como la composición de las tropas militares enviadas a partir de estos proyectos son exactamente iguales a los de los años 2004 y 2006.

Comparto las consideraciones de los diputados preopinantes, por lo que no me voy a extender. Si se supone que la situación mejoró, hoy no correspondería reproducir exactamente la misma misión enviada cuando la situación era distinta. Sin embargo, ella es igual. Además, si la situación no mejoró, ahora resulta claro que aquella no era la forma que permitía que la situación mejorara.

En consecuencia, ni bajo el contexto que señala que las cosas están mejor ni bajo el que dice que están igual se justifica que se siga enviando por tercera vez una misión para la estabilización en Haití, fundada en elementos estrictamente militares.

En la primera misión había que reconstruir el dominio territorial del Estado. Entonces, uno podía decir que para poder enviar un médico, primero había que tener una zona despejada del nivel de virulencia original, pero esta ya no es la situación.

Por lo tanto, nuestra objeción de fondo no es que estemos en desacuerdo con que los países de Naciones Unidas y, sobre todo, con los de la región, se interesen en la estabilización de Haití. Nuestra objeción está vinculada con la creencia de que la estabilización de Haití, que supone una reconstrucción de ciudadanía, no se debe fundar en una concepción estrictamente militar.

Finalmente, quiero decir que nos hemos preocupado por el tema. El 17 de agosto de 2006 hemos presentado el expediente número 4649, solicitando información sobre la situación en Haití, el que jamás fue respondido.

El 2 de marzo de 2007 hicimos lo propio, solicitando a las autoridades argentinas que en Naciones Unidas hicieran hincapié en el aspecto humanitario -y no el militar- y en el cumplimiento de la promesa del Fondo Monetario Internacional y de los organismos multilaterales de crédito, los que hacen falta para alcanzar los objetivos de una misión de recuperación de Haití. Ninguna de esas cuestiones recibieron respuesta, desgraciadamente, en la Cámara.

Reafirmo nuestro rechazo a esta iniciativa, resaltando la idoneidad y el comportamiento ejemplar de los militares argentinos que integran una misión que, a todas luces, se ha manifestado insuficiente –por no decir inútil- para mejorar la situación tan angustiante que viven nuestros hermanos de Haití.