El 17 de marzo recibimos en la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados a una delegación de parlamentarios británicos, integrantes de la comisión de asuntos galeses. La conversación fue amable, coincidimos en nominar a la Argentina como un país de paz, respeto y trabajo, y se hizo referencia a nuestra buena relación con los pobladores de origen galés que se asentaron en nuestro país, en especial en la Patagonia.

Durante la breve reunión se les hizo entrega de la Declaración de Ushuaia, donde por unanimidad, toda la política argentina reafirma nuestra soberanía sobre las islas y condena el colonialismo y la militarización de la zona.

Pero lo que deseo resaltar del encuentro es el tramo referido a las “drogas” (drugs), a raíz de la inquietud de una parlamentaria galesa. Su intervención denotó preocupación por los numerosos consumidores de su país, y nos interrogó sobre la posibilidad de aplicar “políticas comunes”. Sin embargo, el tema tiene aristas más específicas y complejas. Los diputados presentes del Frente para la Victoria debimos separar dos aspectos. Uno, la prevención y atención de los problemas de salud ocasionados por el consumo, que afectan principalmente a poblaciones jóvenes, ya sean de capas altas, medias o vulnerables de la sociedad. El otro, que toda política resultará –aunque necesaria– insuficiente en la medida en que no se afecte el núcleo del problema, que es la rentabilidad del negocio internacional del narcotráfico, uno de los ilícitos más lucrativos del planeta, y que, por sus características, se emparienta con otros como el tráfico de armas, el terrorismo y el lavado de dinero.

La política exterior argentina desempeño un papel inteligente en el conflicto de Crimea. Por un lado, asumió una posición diplomáticamente correcta y ajustada a derecho en su voto como miembro del consejo de seguridad de la ONU, en rechazo al plebiscito.

No podría haber hecho otra cosa desde el momento que mantiene relaciones diplomáticas con el gobierno de Ucrania y que, además, representa la posición de otros países de la región.

"¿Cual es la lógica de decir, un día, que los subsidios son escandalosos y que son los causantes del gasto público y de la inflación, y al otro día cuando se reducen parcialmente esos subsidios decir que el causante de la inflación es el tarifazo por quitarlos? La idea es, a como dé lugar, desestabilizar al gobierno."

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La política exterior argentina desempeño un papel inteligente en el conflicto de Crimea. Por un lado, asumió una posición diplomáticamente correcta y ajustada a derecho en su voto como miembro del consejo de seguridad de la ONU, en rechazo al plebiscito.

No podría haber hecho otra cosa desde el momento que mantiene relaciones diplomáticas con el gobierno de Ucrania y que, además, representa la posición de otros países de la región.

 Un párrafo aparte merece la comparación con la parodia de referéndum convocado por el gobierno colonial de Malvinas. Si bien puede encontrarse trabajosamente algún punto de contacto alrededor del vocablo "autodeterminación" –no del principio de derecho internacional–, existe una distancia sideral en términos jurídicos entre una población implantada en una zona militar que se encuentra a 18 mil kilómetros de su metrópolis, y un pueblo como el ucraniano, que confronta 1000 años de pertenencia a Rusia contra 60 años de anexión formal por cesión, además de la contigüidad territorial entre Crimea y Rusia.

"Una cosa es ejercer el gobierno y otra cosa es tener el poder. "

"La gestión también tiene ideología. Uno puede gestionar bien un acuerdo con el FMI o puede gestionar bien los ferrocarriles del Estado, y son dos buenas gestiones con tintes ideológicos totalmente distintos."

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