Programa ‘Siete punto Cero’, que conducen Leo Cufre y Luis D’Elía. Por una insuficiencia eléctrica, el programa del 6 de agosto no pudo salir al aire, y aquí reproducimos lo que hubiera sido la habitual conducta de los miércoles de Carlos Raimundi


En la columna de hoy, que quedó radialmente trunca por el inconveniente eléctrico que dificultó la emisión de “Siete punto Cero”, tenía previsto hacer breves comentarios sobre una serie de puntos de la actualidad.

En primer lugar, la inconmensurable alegría por la posibilidad que tiene Estela de Carlotto y su familia, de reencontrarse con su nieto Guido, luego de tantos años de lucha. Mi estado de ánimo personal me lleva a no sobrecargar con palabras lo que es un sentimiento generalizado de alivio y felicidad.

En segundo lugar, deplorar el triste espectáculo dado por un sector de la política en el programa de Marcelo Tinelli. Lamentablemente, en lugar de preservar su autonomía respecto de los grandes poderes, algunos candidatos mediáticos prefieren subordinar su estrategia a los códigos impuestos por el rating, creyendo que con eso gozarán de los favores de una estructura mediática que promete darles un conocimiento público cada vez mayor, y una imagen benigna ante la sociedad. Nada de esto es gratuito en términos de pérdida de autonomía de la política. Ésta se auto-condena, así, a depender de los medios, y el día que necesite tomar una medida que los incomode –ya sea a las empresas como a las figuras más potentes de los medios- serán vapuleados por ellos, con la misma simpleza y celeridad con que los lanzaran a la fama.

En tercer lugar, reafirmar una vez más la dignidad mostrada por la representación argentina en el juicio de Nueva York contra los Fondos-buitre, que con la extrema presión que generan intentan forzar a nuestro país a firmar concesiones que nuestra Presidenta y nuestro ministro no están dispuestos a hacer.

Por último, lamentar las dificultades que hubo en la Cámara de Diputados para llegar a una declaración conjunta de todos los espacios políticos sobre la terrible situación que se está viviendo en la Franja de Gaza. Me refiero, fundamentalmente, a cierto temor expresado por algunos grupos de la oposición, para condenar el salvajismo del gobierno de Israel y su afrenta a la propia condición humana. Y asimismo, la renuencia de ciertos sectores para reconocer la disparidad de las fuerzas en disputa, en una suerte de réplica de la ‘teoría de los dos demonios’ utilizada por ellos en su lectura del terrorismo de Estado en nuestro país. De todos modos, seguiremos haciendo un gran esfuerzo para lograr una declaración consensuada, aun cuando no exprese el óptimo de nuestra posición, por la importancia que adquiere un pronunciamiento institucional de uno de los poderes del Estado argentino.