Columna de Carlos Raimundi en Siete.0, programa conducido por Leonardo Cofre y Luis D’Elía, que se emite diariamente por AM770 Radio Cooperativa.

Venía escuchando el programa, el fragmento de Alfredo Leuco, los comentarios sobre la selección de fútbol y la muy buena nota con Gustavo López. Y pensaba… “se me hace muy difícil discutir en un plano de tanta irracionalidad, donde hay tanta saña”. Y me recuerda a la infancia, cuando poníamos de postes a las zapatillas o los abrigos que nos quitábamos. En ese caso, había que meter el gol por el medio del arco y a baja altura, porque de lo contrario, ante la ausencia de reglas claras, lo más probable es que lo anularan o lo pusieran en duda. 

Como no hay parámetros de Verdad, se miente descaradamente, y eso hace muy difícil sostener racionalmente una posición. Por ejemplo, la selección gana cuatro partidos sobre cuatro, el arquero ataja un único ataque adversario en todo el partido, pero no obstante eso es un mal equipo. Nuestra Presidenta le rinde un homenaje al General Perón por su dimensión histórica y Leuco dice que lo ‘ningunea’. Así no hay forma, aunque la pelota entre al arco, el gol no te lo cobran. 


Ahora sí voy a mi columna. Sobre el fallo del juez Lijo sigo pensando lo mismo que pienso desde un principio, con prescindencia de sus pronunciamientos procesales: se trata de una causa estrictamente política. Él había planteado la primera indagatoria a Boudou recién para el próximo 15 de julio, dos días después de finalizar el mundial de fútbol y dos días antes de la feria judicial, de modo de que el clima de indefinición judicial a partir de la indagatoria se mantuviera mediáticamente pero sin resolución judicial a consecuencia de la feria. La indagatoria se adelanta a pedido del propio Vicepresidente, y resulta que minutos antes de la medianoche de un viernes, el juez decreta su procesamiento. Justo en medio de la titánica pelea que está sosteniendo nuestro país –no nuestro gobierno- con los fondos buitres. 

En esto existe una estrecha relación entre el fallo de Lijo y la necesidad de enviar señales a los grupos de poder que extorsionan a la Argentina de que el país atraviesa una dificultad institucional. ¿Y a través de quién se envían esas señales? Por ejemplo, a través de los medios hegemónicos que maneja Ricardo Kirchsbaum, recientemente designado al frente de ‘Global Editor Network’, para ‘defender la libertad de expresión’.

Todo el planteo que está haciendo la Argentina ante diversos organismos internacionales, de los que está obteniendo un enorme apoyo, tiene, entre otras consecuencias, forzar la discusión de normas internacionales que regulen el capital financiero, así como existen convenciones internacionales acerca de la guerra, la trata, el terrorismo o el lavado de dinero. Una regulación a la que se empecinan en oponerse los sectores más duros de lo que Cristina llama el ‘anarco-capitalismo’ financiero internacional, ligados al Tea Party de los EE.UU., al petróleo y al comercio de armas. Que son, también, quienes a partir del control de la comunicación internacional, han silenciado escandalosamente la denuncia del Papa Francisco de la atrocidad e insostenibilidad del sistema económico mundial.

Otra consecuencia intolerable para el sistema es la denuncia sobre el rol del poder judicial en las democracias occidentales. De su propósito original de mantenerse al margen del poder político, se han corrido al extremo de ser cooptados por los poderes dominantes. Y esto también debe ser tratado a nivel internacional a partir de una propagación de la conciencia social sobre este tema.