Las recientes decisiones tomadas por la presidente de la Nación Cristina Fernández de Kirchner inmediatamente después de reasumir plenamente sus funciones, se inscriben en lo que es un rasgo de identidad de cómo actúa el kircherismo ante un escenario que se torna complejo, y, lógicamente, no exento de dificultades.

 Luego de la elección de medio término de 2009, el gobierno nacional llamó al diálogo político a partir de su entonces Ministro del Interior, Florencio Randazzo, e intensificó su iniciativa parlamentaria. Partiendo de un resultado electoral menor que el esperado, redobló su capacidad para fijar agenda política.

 Las elecciones de medio término de 2013 reflejan que, si bien el FpV mantiene su primer lugar como fuerza nacional y conserva sus mayorías parlamentarias, el resultado no fue el que hubiésemos deseado.

 No obstante, con la misma claridad que admito esto, es necesario decir que los resultados electorales del 27 de octubre no modificaron estructuralmente el escenario político de la Argentina. El gobierno nacional sigue siendo el principal -por no decir el único- núcleo de irradiación política del país, y como tal ocupa el centro del escenario nacional. Y no se vislumbra la aparición de ningún otro actor capaz de relevar al gobierno nacional de esa centralidad. Hasta podría decirse que el fallo de la Corte Suprema que 48 hs después confirmó la constitucionalidad de la Ley de Medios, produjo un impacto superior sobre la escena política, por cuanto gravita sobre la propia ecuación de poder real mucho más que las propias elecciones.

 Lo que sería el resultado de octubre comenzó a vislumbrarse en las primarias de agosto. A partir de eso, la actitud presidencial reeditó en parte lo sucedido en 2009. Esto es, convocar al diálogo, en este caso económico y social, para llevar adelante dos medidas de reafirmación de la vocación social de proyecto de país: el cambio en las alícuotas del impuesto a los ingresos y la modificación de las categorías del monotributo, para favorecer en ambos casos a los trabajadores y a los pequeños emprendimientos.

 El saludable regreso de nuestra Presidente trajo consigo algunos cambios en el Gabinete, que no hacen otra cosa que ratificar el rumbo del proyecto nacional. El nuevo jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, expresa una realidad política distinta de la que estaba presente luego del 54% del año 2011, con una mayor necesidad de expresar a todos aquellos actores que sostienen el proyecto nacional con incidencia directa sobre los territorios, es decir, intendentes y gobernadores.

 En cuanto a los ministros, la designación de Carlos Casamiquela en el Ministerio de Agricultura, también implica la reafirmación del proyecto, en una de sus aristas fundamentales. Allí donde durante décadas habían estado presentes los intereses de las grandes corporaciones agropecuarias como expresión del país exportador de productos primarios, se puso al frente a un defensor de la tecnología estatal.

 Y en cuanto a la designación de Axel Kicillof, constituye una señal inapelable de claridad en el rumbo. Un rasgo de la economía argentina es que cuando atraviesa un ciclo de estancamiento, eclosiona haciendo crisis en su sector externo. Y cuando, como en el presente, sostiene una etapa prolongada de crecimiento, también es en el sector externo donde aparecen los llamados de atención, y por lo tanto, donde se requiere la toma de decisiones.

 Nuestro país viene de una década de fuerte recuperación económica de su industria y de los niveles de empleo. No obstante ello, conservamos un alto nivel de concentración y propiedad extranjera de nuestra matriz productiva, sumado al desbarajuste energético proveniente de las privatizaciones de los años '90. Por eso, cada punto de crecimiento de nuestra economía demanda importar energía, así como insumos industriales y bienes de capital, las dos mayores causas de la salida de divisas. La actual preocupación por la obtención de divisas deviene, paradójicamente, de un proceso virtuoso: el fuerte crecimiento.

 Por su parte, el desendeudamiento externo sostenido por el trípode negativa al ALCA/canje de la deuda privada/pago total de los saldos al FMI, es lo que ha liberado reservas del peso de la deuda, y nos permite atender sin mayores sobresaltos a esa importación de energía y bienes de capital. Sin sobresaltos, pero poniendo atención.

 Axel Kicillof ha demostrado con creces estar comprometido con esos dos ejes de política económica. Con el autoabastecimiento de hidrocarburos a través de su gestión como subinterventor de YPF hasta la asunción de su nuevo presidente, y como uno de los soportes del proceso de sustitución de importaciones. Y por el perfil de sus colaboradores, se trasluce homogeneidad en las distintas áreas de política económica, siempre en el marco de la profundización del rumbo elegido: control de divisas, administración del tipo de cambio, emisión, precios, subsidios, protección de la industria, estímulo de la inversión de capitales nacionales, aumento del empleo formal, están ahora bajo la impronta de un ministro de economía de más alto perfil.

 Esto no hace otra cosa que brindar previsibilidad a los distintos actores, más allá de que coincidan o no con la filosofía del proyecto. Por los primeros signos emitidos, parece advertirse que los próximos dos años de nuestra presidente Cristina Fernández de Kirchner transitarán por un andarivel de diálogo y convocatoria, sin que esto signifique torcer un ápice la concepción central del rumbo político, económico y social, dirigido a un país de iguales e industrialmente desarrollado.

Publicado en http://www.minutouno.com/notas/305856-reafirmacion-y-profundizacion-del-proyecto