Carlos Raimundi nos ofrece a través de su crónica, un panorama del estado actual del Archivo Nacional de la Memoria en la ex Esma. Bajo la conducción política actual se ha instalado un clima de negacionismo de la historia de los movimientos populares y de derechos humanos de nuestro país, aunque lo escondan o no lo digan.

Por Carlos Raimundi*

(para La Tecl@ Eñe)

En el receso de invierno visité el Archivo Nacional de la Memoria en la ex Esma; no lo había hecho en lo que va de la actual administración.

Sentí pena por el abandono del predio. La dedicación y la convicción de sus trabajadores choca con el desinterés de su conducción política. Pero aquí quiero referirme a un punto determinado, y es el salón que aloja algunos de los cuadros que fueron retirados de la Casa de Gobierno. Ya escribí sobre la importancia histórica de que los mismos pasillos de la Casa Rosada del que fueran dueños los expertos del FMI para decidir la vida de nuestro Pueblo, estuvieran durante los últimos años custodiados por la imagen de los líderes de la emancipación nacional y regional. 

En esa misma sala permanece arrumbada una serie de banners que grafican capítulos relevantes de nuestra historia, como la Reforma Universitaria, la Patagonia Trágica, los bombardeos a Plaza de Mayo, las dictaduras. Y lo hacen desde una mirada determinada, la de los sectores populares. Hoy parece material de descarte.

Luego de una primera sensación de reproche, traté de interpretar por qué, y, no voy a negarlo, hice el esfuerzo de ponerme en el lugar de la actual conducción política. Para eso debí hacer una enorme concesión intelectual, la de aceptar que aquella mirada de los gráficos corresponde a un sector y no a  todo el arco ideológico de nuestro país. Y, como tal, no debería ser la expresión del Estado, en tanto síntesis del conjunto diverso de la sociedad.

No creo que deba ser así. El Estado no es un agente neutro, los poderosos ya tienen sus propias herramientas privadas para imponer sus ideas e intereses, y el Estado es la única herramienta de los des-apoderados para interpelar a tamaño poder corporativo. Pero, insisto, hagamos la concesión del Estado neutral. Del Estado que en vez de ponerse del lado de los débiles, debe ser equidistante entre éstos y los poderosos, que es, en definitiva, la posición de Macri cuando dice que la justicia laboral debe ser más favorable a los intereses empresarios de lo que es.

Es desde esa concesión, que pensé que si las actuales autoridades no comparten que los humildes fueron las víctimas de los bombardeos a la Plaza de Mayo de 1955, no tienen por qué ocultar esas imágenes, bajo la excusa de que expresan una mirada parcial de la historia. Deberían dejarlas, y tal vez crear otro espacio porque el predio de la ex Esma no debe profanarse, y colocar allí sus propias imágenes, su propia interpretación. Si no desde los trabajadores que defendían a Perón, háganlo desde las convicciones de los pilotos agazapados en Montevideo a las órdenes del almirante Rojas. O desde los dirigentes que los partidos populares prestaron a la junta consultiva de la revolución “libertadora”. Si no comparten los intereses de los trabajadores rurales de Santa Cruz de 1920 y 1921, tal vez deberían situarse en los intereses de los terratenientes que los acribillaron. No deberían esconder la imagen de los asesinados en Trelew, sino buscar otro espacio donde ser más explícitos, y hacer que sea el propio Pueblo quien la coteje con la de Krieger Vasena. Si aplican las mismas políticas de Martínez de Hoz, deberían mostrar que la lectura que hacen de la historia es la de aquel plan económico. Pero no acallen la nuestra. Sabemos que en lo profundo creen que los luchadores populares eran terroristas, y ya tienen sus grandes diarios para hablar en nombre de sus represores. Si están de acuerdo con poner bases militares, porque la militarización es la única manera de contener al Pueblo cuando se aplican políticas de ajuste y entrega, no lo oculten. Porque en definitiva, aunque no nos guste, nuestro presente también está nutrido de esa mirada en las políticas oficiales.

Quienes califican a nuestra mirada como “parcial”, deberían decirle claramente a millones de argentinas y argentinos que la suya sostiene que los militantes populares “algo habrán hecho”. Si no lo hacen, no es para cerrar una grieta que, al arrumbar las imágenes, al desatender aquel lugar de la Memoria, lo que logran es ahondarla. Si en vez de exponer lo que cada uno representa, los intereses de los que cada quien es heredero o heredera, si la forma con la que pretenden cerrar la grieta es ocultar la mirada del campo popular, no sólo es porque tienen vergüenza de decir de dónde vienen, sino que escogen el peor camino, el de la negación, el de la des-memoria.

La memoria popular es imborrable. Esconder quién estuvo de qué lado de la historia de las luchas populares no sólo niega el pasado, sino que es una manera más, de las tantas a la que apelan, de negar la política. Y si niegan la política, le quitan al Pueblo su principal herramienta.

Buenos Aires, 1 de agosto de 2016

*Secretario General del Partido SÍ, Solidaridad e Igualdad

Publicación original en http://www.lateclaene.com/carlos-raimundi-