Sr. Raimundi.- Señora presidenta: así como hace un rato, con mucha honestidad intelectual, la señora diputada Sesma dijo respetuosamente que no iba a acompañar este proyecto de ley por sus íntimas convicciones, adelanto cuál es la razón fundamental por la que voy a apoyar esta iniciativa: mis más íntimas convicciones. (Aplausos.)
En primer lugar, quiero hacer referencia a dos cuestiones prácticas. En verdad no deseo ser abogado del oficialismo, pues prefiero serlo de mí mismo y del sentido común, pero trataré de desmontar varios de los argumentos que se oponen a este proyecto.
Deberíamos desdramatizar el planteo de esta sesión como escandalosa por una cuestión práctica. La razón por la que en una sesión especial solicitada por la minoría se espera un tiempo determinado y luego se levanta se fundamenta en que de antemano se sabe que no se va a lograr el quórum.
En cambio, cuando la sesión especial la pide el oficialismo, que puede lograr el quórum, no hay problema en esperar un poco más, porque se trata de celebrar una sesión con validez. Lo digo desde la perspectiva de una persona que ha estado mucho más tiempo en sesiones fracasadas que válidas.
Lo que no se puede hacer es disfrazar de calidad institucional la defensa de intereses políticos y económicos. Aquí no hubo un trato discriminatorio, sino sentido común. (Aplausos.)
Otra cuestión práctica: si aquí estuvieran presentes la totalidad de los legisladores de los otros sectores de la oposición, en alguna de las modificaciones que estamos solicitando tendríamos más chance de conseguir el éxito.
Por lo tanto, se da el contrasentido de que quienes más se oponen, más oportunidades otorgan al oficialismo para que no se modifique una coma del dictamen, reconociendo todo lo que ya se ha modificado.
Ahora paso a la cuestión del proyecto en sí mismo, pero no a su articulado y efectos legales, sino a un efecto social. A partir del debate de este proyecto -y no sólo en los foros por la radiodifusión democrática, sino entre la gente común, que no milita en los lugares que recién señalaba el diputado Basteiro-, ¿se está hablando más o menos de los monopolios? ¿Se habla más de grupos económicos, de concentración de intereses y de negocios, o menos?
Se habla más, y esto es bueno, porque se trata de una sociedad que empieza a poner en negro sobre blanco esta cuestión. Comienza a sincerar esos intereses económicos y a observar a los grandes grupos de comunicación como actores con intereses políticos y económicos, y no como propagadores sacrosantos de la verdad. Este es el principal valor que ha originado el debate alrededor de esta iniciativa, más allá de sus propios contenidos.
Se han presentado más de setenta proyectos desde el año 1983 hasta ahora. Algunos de ellos fueron totalizadores y otros, reformas parciales. Nunca nadie dijo que no se debían tratar, pero, sin embargo, nunca se trataron. Ello debió haber sido así porque aquí hubo intereses no explícitos.
En consecuencia este no es un debate que lleva pocas horas, como dice la oposición, sino muchos años. ¡Enhorabuena que lo hayamos podido dar esta noche! (Aplausos.)
Además, están quienes dicen que esto tendría que ser una política de Estado. Una política de Estado es una política de articulación, donde nadie consigue lo óptimo; se trata de una política de síntesis.
Sin embargo, piden eso pero fuerzan interpretaciones extremas sobre cosas que son de mero sentido común. Por ejemplo, escuché decir que era autoritario que entre las facultades de la autoridad de aplicación esté la registración de los trabajadores. Parece que nos olvidamos que esta es una sociedad que necesita registrar a la totalidad de sus trabajadores a partir de un órgano de aplicación que esté coordinado por el Poder Ejecutivo, nada más y nada menos que a través del Ministerio de Trabajo. Aclaro que me refiero a los trabajadores comunes. Este es el sentido de la cláusula de registración; de ninguna manera se busca habilitar la posibilidad de que si a alguien no le gusta lo que piensa una persona, ella no pueda trabajar como periodista.
También se ha dicho que es autoritario incluir dentro de las facultades la posibilidad de declarar la caducidad de las licencias. En este sentido, si hay una ley que establece los requisitos para otorgar una licencia, cuando se incumplen dichos requisitos legalmente tiene que existir una autoridad de aplicación que pueda declarar la caducidad de las licencias ilegales. (Aplausos en las bancas y en las galerías.)
Entonces, no disfracemos de calidad institucional lo que en realidad forma parte de la discusión de otros intereses. Digo esto porque quienes más se llenan la boca hablando de calidad institucional son los que hace unos años llevaron en sus listas a un falso ingeniero que se sentaba en uno de los asientos de este recinto y, como construcción mediática, era enfocado por las cámaras de los grandes medios para mostrar cómo le indicaba a los integrantes de la Comisión de Legislación Penal la forma en que debían tratar los temas de seguridad a fin de endurecer las penas y encarcelar a los menores.
Pregunto si no es una afrenta a la calidad institucional que un bloque que se llena la boca con esos conceptos tenga entre sus integrantes a un legislador que es propietario de una cadena de medios de comunicación, lo cual está prohibido por las leyes y la ética pública. (Aplausos en las bancas y en las galerías.)
Escuché decir que los medios independientes son los que destapan los casos de corrupción. Personalmente creo que hubo muchos casos en los que los medios independientes han destapado hechos de corrupción, pero también sabemos que existen casos de corrupción que no se destapan por negocio, con el objetivo de extorsionar al denunciado. Obviamente esos casos no se sacan a relucir mientras estén vigentes sus negocios.
En ese sentido, quisiera poner un ejemplo que es emblemático. Me gustaría saber cómo es posible que se haya hablado más de la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en ocasión del treinta aniversario que en el momento en el que realmente estuvo en el país. ¿No es este el paradigma más evidente de la corrupción como terrorismo de Estado en la Argentina? (Aplausos en las bancas y en las galerías.)
Deberíamos preguntarnos qué tiene que ver el hecho de haber tapado aquella visita, ocultando lo que realmente pasaba en el país, con que esas mismas cadenas de medios compraran a precio vil la empresa que los proveía del papel para que pudieran editar sus diarios. (Aplausos en las bancas y en las galerías.)
Se ha señalado que este gobierno, como los anteriores, ha realizado acuerdos con los medios que hoy lo denuncian. Esto es cierto. Pero si a esta realidad la miramos desde otra óptica, podríamos decir que en algún momento el gobierno hizo un acuerdo con un medio y que hoy ese medio lo enfrenta porque rompió el acuerdo; y también podríamos señalar que el gobierno era bueno porque hizo el acuerdo, pero ya no lo es porque lo rompió. (Aplausos en las bancas y en las galerías.)
Quiero sintetizar mi exposición en dos frases finales. En primer lugar, apoyo este proyecto porque ayuda a diversificar los mensajes.
En segundo término, apoyo la propuesta en tratamiento porque no tengo dudas de que debemos dar una batalla para que el periodismo y los medios sean independientes del poder político. Además, me parece que hay que dar una batalla mucho más importante en este momento, que no es la etapa del control del Estado sino de la sociedad de información, y hay que tratar que la política sea independiente de las grandes cadenas periodísticas y de los grandes medios de comunicación. (Aplausos en las bancas y en las galerías.)