Sr. Raimundi.- Señor presidente: adelanto el acompañamiento del bloque SI –Solidaridad e Igualdad- a este proyecto.
Con el señor diputado Lozano firmamos una disidencia para tener la posibilidad de plantear algunos agregados en el tratamiento en particular, aun sabiendo que es prácticamente imposible modificar este proyecto. Nuestro objetivo es plantear un par de ejes que consideramos importantes en este debate.
Más allá de las profundas diferencias que en algunos casos tenemos, lo importante es inscribir este debate dentro de la lógica de las políticas públicas y de las políticas proactivas. De lo contario, si la Argentina hubiera enfrentado esta crisis, este clima de desaceleración, de enfriamiento, de amenaza de recesión proveniente de la economía internacional, siguiendo algunas propuestas que se venían planteando desde hace varios meses en el sentido de desacelerar el ritmo de crecimiento en nuestro país enfriando su economía, hoy no estaríamos ante la amenaza de algunos despidos, ante vacaciones anticipadas o ante algunas suspensiones, sino que estaríamos discutiendo en un marco de miles de despidos en el sector productivo.
Esa es la primera reflexión que formulamos desde la perspectiva de plantear mejoras a este proyecto. Desde este punto de vista se presentan dos ejes centrales a enfrentar, no desde el gobierno o desde un proyecto de ley, sino desde el seno mismo de la sociedad argentina.
El primer eje sobre el que debemos pararnos como sociedad tiene que ver con la forma en que vamos a enfrentar la psicosis del desempleo.
Existe todo un esquema conceptual que está llevando a la Argentina a discutir desde la psicosis del desempleo. Esto puede plantearse en el plano de lo real, es decir, puede tener consecuencias reales en la merma de puestos de trabajo. Pero además tiene un peligro muy grande en el plano de lo simbólico, porque más allá de la cantidad o no de mermas que puedan plantearse, el sólo hecho de discutir la economía desde la lógica de la amenaza de perder la fuente de trabajo, nos lleva a volver a una lógica pasada que consistía en disciplinar a la sociedad humillando a los sectores trabajadores para hacer cualquier cosa. Se buscaba conservar las fuentes de trabajo y no discutir salarios como eje de una política distributiva.
Estamos hablando del primer eje central que no sólo debe plantear el gobierno, ya que debemos buscar la forma de enfrentarlo como sociedad.
Hay un segundo eje que no es menor. La cuestión para poder enfrentar esta crisis desde políticas proactivas nos obliga a trabajar muy fuerte en el financiamiento del Estado.
Por ejemplo, estamos en conocimiento de una caída mucho más que previsible de la producción automotriz en la Argentina para este último trimestre. Sobre todo existe una proyección que merma en alrededor de un 20 por ciento –en el mejor de los casos- la producción automotriz para el año próximo.
A veces esta cuestión depende de la política estatal y otras de las estrategias de las casas matrices de las automotrices. No siempre la retracción es adjudicable a la política nacional. Lo que sí quiero decir es que se produce una retracción en un área muy sensible de la producción que se va a traducir en mayor demanda social. Si a esto sumamos una curva de fuga de capitales que se acelera hasta cubrir en el proyectado de este año el doble del superávit comercial, si le agregamos una curva de vencimientos de deuda para 2009 para la economía argentina, y si además tenemos en cuenta que desde el punto de vista de la actividad económica hay menos superávit con baja del índice de crecimiento, vamos a tener mayor demanda de financiamiento y menos oferta de recurso por parte del Estado.
Eso no se puede cubrir solamente con el ingreso de los aportes jubilatorios.
Existen otros mecanismos que nos llevan a formular nuestras propuestas o para esta misma discusión del Impuesto a las Ganancias. Deseamos que el tema no se agote en este proyecto, sino que podamos continuarlo y profundizarlo, aunque no desde la perspectiva de un “maestro ciruela” que pide una reforma integral en medio de la crisis.
Coincido con el señor diputado Marconato en que sería importante -y está pendiente- una reforma impositiva integral, pero ninguno de nosotros tiene su foja libre de errores en el pasado como para erigirse en pontificador de una reforma verdadera, que debe surgir de un debate muy profundo, con mucha grandeza y humildad de parte de todos. En ese marco nosotros efectuamos algunas propuestas.
Reitero que comparto la perspectiva desde la cual informó el dictamen de mayoría el señor presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda. Registré textualmente un par de frases que comparto desde lo conceptual. Por ejemplo, coincido en lo que expresó respecto de que el gobierno adopta esta medida para preservar el ingreso real de gran parte de los trabajadores. No sostengo que esto no esté presente en el conjunto de las medidas, pero en términos objetivos, este proyecto no apunta a mejorar el ingreso real de gran parte de los trabajadores porque en el mejor de los casos involucra al 3,6 por ciento de la masa total de trabajadores registrados. Además, ese porcentaje representa al segmento de mayores ingresos.
Si bien acompañamos esta iniciativa, advertimos que hay que tener cuidado porque si los salarios superiores a 7 mil pesos recuperan parte de su poder adquisitivo, no necesariamente se volcarán al consumo y a la demanda. Esos recursos bien podrían orientarse a la compra de dólares, que precisamente no es lo que necesita nuestro país para enfrentar la crisis.
Por eso, si bien comparto el concepto, señalo que hay puntos pendientes muy importantes, como el referido al IVA, que sí incide en los salarios de menor poder adquisitivo, y en su totalidad se vuelcan al consumo y a la demanda. También sería necesario modificar el esquema de categorías en el monotributo, porque muchos empresarios pymes se encuentran ante la disyuntiva de pagar el gravamen o mantener un puesto de trabajo. Esas son otras cuestiones pendientes que deberíamos encarar en un debate profundo.
Con seguridad el señor diputado Lozano se referirá a algunas modificaciones en la política de deducciones que proponemos en el dictamen de minoría. Desde la perspectiva de que el Estado necesita recursos para financiar las políticas proactivas para enfrentar la crisis, también sostenemos en ese dictamen que queda pendiente la eliminación de algunas exenciones al impuesto a las ganancias. Me refiero, por ejemplo, a las ganancias derivadas de intereses de títulos, acciones, letras y obligaciones, así como a los resultados de operaciones de compraventa, cambio, permuta o disposición de acciones. Esta sería una fuente de financiación estatal que compensaría la merma que sufrirá el Estado por la eliminación de esta “tablita”.
Asimismo, tomamos como referencia algunos países con estructuras tributarias más progresivas que la nuestra –que en realidad es regresiva- y que establecen una alícuota marginal superior sobre las rentas extraordinarias y lo incluimos en nuestra propuesta.
Algunos podrán preguntarse si es posible disponer una alícuota marginal en medio de una crisis, cuando se requiere que las empresas sigan teniendo incentivos para invertir. Así, desde el pragmatismo del ejercicio del gobierno, alguien podría sostener que no es el momento oportuno. Sin embargo, desde otra lógica podríamos decir que entre todos debemos construir la legitimidad social para que todo el pueblo sostenga una medida de esa naturaleza, que no permita que en medio de una crisis externa que acarreará repercusiones internas, una empresa pueda exhibir ganancias extraordinarias por las condiciones del mercado. Elevar la alícuota marginal para ingresos superiores a determinada suma de ganancias puede dar legitimidad social a una medida de esta naturaleza.
Este planteo significa una fuente de financiamiento estatal como mínimo superior a los 7 mil millones de pesos para el próximo presupuesto.
Justamente en apoyo de mayores políticas proactivas, en medio de una crisis muy fuerte debemos construir como Estado y como sociedad un clima de mayor entendimiento.
Con mucha humildad, convicción y honestidad apelo fervorosamente a que no contribuyamos a profundizar un clima de zozobra en nuestra sociedad. No contribuyamos a que los principales referentes políticos de la sociedad hablen en el tono en que lo están haciendo, tanto los unos como los otros, porque necesitamos la energía interna para evitar los efectos de la crisis en términos de políticas de Estado y de sostener una propuesta, y no para neutralizar los improperios de un sector con improperios del otro lado.
17 de diciembre de 2008