Sr. Raimundi.- Agradezco al señor ministro y al señor director de la AFIP por su presencia.
Con el respeto de siempre, y, como es lógico, señor presidente, el primero que ha fijado posición ha sido el gobierno. Y en un ámbito político, con la presencia de un ministro de la Nación, y no mediando un acuerdo previo de no fijar posición, creo que tenemos que hacer honor a la brevedad, pero también debemos fijar nuestra posición, y esto es lo que voy a hacer.
Usted sabe bien cómo viene trabajando nuestro bloque. Nosotros no hemos dudado respecto de aquellos puntos en los que compartimos la línea directriz de los planteos del oficialismo, y lo hemos hecho proponiendo mejoras, opinando, criticando algunas cosas, pero los hemos apoyado.
Respecto de este proyecto el problema que tenemos es que no compartimos la idea rectora. Aquí hay una pregunta esencial respecto de cuál es el mejor camino para financiar al Estado de modo de permitirle políticas públicas que de alguna manera atenúen los efectos recesivos de la crisis externa. Y el oficialismo ha elegido, en este proyecto, el camino de la impunidad fiscal, creyendo que ese es el mejor mecanismo para obtener fondos para el financiamiento estatal y tomar medidas anticíclicas.
Nosotros creemos que esto es equivocado por varios motivos. Por ejemplo, entre los fundamentos –que son los que le dan apoyatura conceptual al proyecto‑, en la página 11, queriendo hacer un planteo distinto, se fundamenta la moratoria y el blanqueo con los mismos fundamentos que se sostuvieron para justificar todas las moratorias y blanqueos anteriore: “estamos en una etapa refundacional”. No niego que ustedes puedan creer que se trata de una etapa refundacional, sino que lo que digo es que todos los que antes plantearon blanqueos y moratorias lo hicieron porque decían que el país estaba en una etapa refundacional. Desde ese punto de vista, al seguir una misma línea argumental, hay un componente procíclico y no anticíclico de la medida, que voy a tratar de describir.
Para nosotros el camino tendría que ser muy distinto. Por ejemplo, construir las condiciones para una política de Estado, aun discutiendo estos temas, porque ustedes saben perfectamente que un tema como la moratoria impositiva, laboral y previsional, o un tema como el blanqueo de capitales, son en sí mismos asuntos que no solamente podrían formar parte de proyectos de ley distintos, sino que son temas que pueden ser discutidos por la sociedad y por sus actores y que para poder darles el marco de estabilidad política y económica para atraer inversiones y para estimular el financiamiento, deberían ser discutidos con una prolongación mucho mayor que la de aprobar una ley perentoriamente dentro de diez días.
Nosotros creemos que el marco de una economía estable y creíble en el medio de la crisis sería mucho mejor consejero para obtener financiamiento para el Estado. Ahora bien, hay un cuestionamiento muy fuerte respecto de los indicadores oficiales, y no me refiero sólo a los niveles de inflación que modifican los índices de pobreza, sino también a la falta de credibilidad de los indicadores oficiales para saber cuáles son los fundamentos para contratar. Hay un problema de duda en la contractualidad general de la economía a futuro por falta de confianza en los índices.
Uno podría decir que con este dinero va a haber créditos para políticas productivas, pero, ¿a qué tasas de interés? Las tasas de interés que hoy cobra el crédito de la economía argentina no son compatibles con el estímulo para la actividad productiva, para la actividad económica y para resguardar al país de la crisis.
Por eso, señor presidente, elegir un camino determina el perfil del dinero que puede llegar a venir. Si se elige el camino de una economía que va ganando niveles de sinceramiento, el perfil puede ser el de inversiones a partir del incentivo productivo. Pero si se elige el camino de la impunidad fiscal, el tipo de inversiones, el tipo de capitalización, el tipo de financiamiento será el que busque el premio fiscal y la especulación.
Yo no quiero dejar pasar por alto una cosa, señor presidente, señor ministro. No estoy de acuerdo con que se siga utilizando el concepto de normalización porque se adultera el sentido de la palabra. Lo normal es que en un país los impuestos se paguen, el que no lo haga vaya a juicio, y si hay una sentencia tendrá que pagar con las multas que correspondan. Asimismo, lo normal es castigar al evasor y premiar al que paga.
La moratoria tiene en sí misma como concepto la idea de un comportamiento anormal y por lo tanto ante el comportamiento anormal el Estado en lugar de seguir la solución normal lo que hace es profundizar la anormalidad.
¿Por qué digo que hay componentes procíclicos al hacer un discurso de medida anticíclica, señor presidente? Porque si el riesgo existente y el motivo que fundamenta esta medida es que frente a los riesgos de la caída de la actividad lo que tenemos que hacer es incorporar empresas en lugar de amenazarlas para que generen actividad, pregunto qué es lo que se ha hecho hasta ahora que dio los resultados que permanentemente exhibe el gobierno.
Muchos de esos resultados, sobre todo los obtenidos hasta el año 2007, son reales. Estos industriales que ahora amenazan con la caída de la actividad y con la desocupación, ayudados por algunos medios que crean el clima de la desocupación, lo que hacen es volver a la etapa de la disciplina social. Con este gobierno –no lo digo en términos críticos sino en función de qué puede pasar si se profundiza este proceso‑ gozaron amplísimos beneficios cambiarios, bajísimos costos salariales en dólares y tarifas energéticas y combustibles subsidiados. Además gozaron de la protección del comercio administrado con Brasil.
Entonces, uno se pregunta, si después de un quinquenio de crecimiento, con esta tasa de rentabilidad y con estas medidas, no hubo comportamientos empresarios que garantizaran la continuidad de la actividad, mejoraran la productividad y formalizaran el empleo, ¿qué es lo que nos lleva a pensar que el hecho de profundizar un beneficio fiscal para los que no cumplieron ahora sí puede llevar a estos objetivos?
Recién el señor diputado Bullrich planteó el tema de los juicios. Por eso no me voy a extender al respecto. De todos modos le digo en primer lugar al representante de la AFIP que él bien sabe, cuando expresa que lo que se extingue es la acción por el delito tributario pero ninguna otra, aunque sea la única del proyecto, que en los juicios en los que está por dictarse sentencia no veo cuál es la ganancia del Estado. Si está a punto de dictarse la sentencia y ella es favorable, entonces el Estado gana y el condenado tiene que pagar. Por lo tanto, el dinero para financiar al Estado va a estar igual, pero en un contexto más sano, ya que no proyecta un disvalor que consiste en desalentar al que cumplió y premiar al evasor.
Los juicios que recién se inician son por evasión, y usted sabe bien que detrás de eso están los delitos conexos. Por lo tanto, si usted extingue, si usted tapia la puerta, después no puede entrar al ambiente. Comparto que lo único que se extingue es la evasión en el texto, pero, en el contexto, extinguir la evasión significa extinguir la capacidad persecutoria del Estado para todos los demás delitos que surgen a partir del delito de evasión.
Si con esto se busca ganar tiempo, es decir que la plata ingrese más rápido, ¿por qué los planes de 120 cuotas, a diez años?
Señor presidente: si lo que se busca es beneficiar a las empresas pymes ‑como dijo en una de sus últimas intervenciones el señor ministro‑, ¿por qué no hacen un proyecto segmentado, específico y lo que dicen en el discurso lo plasman en la ley para que no haya ninguna duda?
Si usted me dice que lo que busca es evitar la evasión de ese pobre empresario pyme que se atrasó en un vencimiento del monotributo porque si lo pagaba tenía que despedir al jornalero y optó por pagar el jornal y no el impuesto, eso sí me parece una medida planteada desde un valor social y político superior.
Si esto no es incluido en la ley, se estará perdonando de manera contradictoria la evasión de los grandes grupos cerealeros al mismo tiempo que se quiere crear en esta Cámara una comisión para que los investigue. ¿Qué sentido tendría conformar una comisión para que investigue a las empresas cerealeras si con la sanción de este proyecto se las estaría absolviendo del juicio por evasión que debería iniciárseles?
Por supuesto que puedo hacer preguntas, señor presidente. La pregunta obvia es la siguiente: ¿Cuáles son las perspectivas de recaudación respecto de la moratoria para impuestos internos, de la moratoria laboral y del blanqueo de capitales? ¿Cuáles son las predicciones que ha efectuado el gobierno para explicarnos, por ejemplo, cuánto dinero ingresará dentro de seis meses? Tiene que haberlo hecho, porque si no lo hizo no se entiende el costo político por una medida que no presenta garantías financieras en el corto plazo.
Otra inquietud se refiere a cuál sería el perfil de las empresas financiadas. ¿Acaso el del pequeño productor al que se le venció el monotributo? ¿O tal vez el de las empresas con más de tres mil juicios por evasión del impuesto a las ganancias o a los bienes personales de grandes contribuyentes acumulados en el seno de la AFIP?
No acompañamos el proyecto en consideración porque para nosotros, la mejor manera de que el Estado consiga los recursos para financiarse frente a este clima de enfriamiento y de recesión internacional consiste en crear condiciones para trazar políticas económicas de Estado.
Hoy se reafirma la sensación de que lo que se pretende es ganar pronto la votación en las Cámaras. Hablamos de dos dimensiones conceptuales tan distintas que una dará por resultado un modelo de capitalización del Estado –si es que existe, aunque no creo que sea así‑ y el otro un modelo diferente.
Termino mi exposición recordando el ejemplo citado por un economista que nos enorgullece asesorando a nuestro bloque, que fue publicado esta semana. En 1991, el entonces presidente de los Estados Unidos, George Bush padre, viaja a Japón en el marco de la disputa por la competencia automotriz que tenía lugar en aquella época; fue en esa ocasión, como se recordará, que sufrió aquel vahído. En determinado momento, un empresario japonés le dice al presidente norteamericano: ¿Sabe qué pasa? Que cuando una empresa de su país funciona mal, lo primero que hacen es despedir trabajadores. Trasladándolo a la Argentina, nuestro gobierno supone que el comportamiento empresarial será el despido de trabajadores y entonces quiere resguardarse. Luego, el empresario japonés le dice al entonces presidente Bush: Nosotros, en cambio, cuando una empresa va mal, al primero que despedimos es al gerente.
En suma, señor presidente, hay distintas miradas filosóficas. El gobierno prevé un comportamiento procíclico de las empresas frente a la caída de la actividad en lugar de generar estrategias productivas que modifiquen el perfil de la actividad empresaria.