Discurso del Diputado Carlos Raimundi en la Facultad de Medicina por la Jornada de soberanía Alimentaria, martes 7 de abril del 2015; sobre AGRICULTURA FAMILIAR, Ley 27.118. Declárase de interés público la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena. Régimen de Reparación Histórica.

Muchas gracias, buenas tardes. El año pasado se sanciono la Ley 27118 de Agricultura Familiar. Hablar de su texto sería lo más sencillo. Ustedes mismos podrían buscarla y leerla. Lo que pretendo, más bien, es ponerla en contexto.

Todos los temas que se han tratado a lo largo de la jornada de hoy están integrados. Ninguno de ellos transforma la realidad por sí mismo, ni de la noche a la mañana. Se trata de una visión sistémica en torno al cambio profundo y necesario de nuestra matriz productiva, lo cual lleva un aspecto técnico-económico, pero también la organización social en general, y demanda una fuerte batalla cultural.

Puesto el tema en perspectiva histórica, es necesario –si se me permite- subvertir conceptos muy arraigados en el sentido común por la cultura dominante. Esta ley forma parte de una contracultura. Históricamente –y esto se vio con toda nitidez durante el proceso de la resolución 125- las comisiones de agricultura de la Cámara de Diputados y del Senado (especialmente del Senado) estuvieron integradas por el lobby de la patronal rural. Hoy, aquel Senado que en 2008 votó contra aquella resolución 125, aprobó la Ley de Agricultura Familiar.

En algunos casos la política precede a la ley. Es el caso de la nueva fisonomía de las Universidades Públicas, aun cuando siguen en el marco de la ley de educación superior de los años noventa. En nuestro caso, esta ley precede a la política. Comprende temas que aún no están ejecutados por la política, sino que están puestos en la ley precisamente para IMPULSAR ESAS POLÍTICAS.

Fundamentalmente, para impulsar el necesario FINANCIAMIENTO de los programas, funcionarios y organismos que son requeridos para su cumplimiento. No se trata sólo de retórica, en todo caso, lo retórico muchas veces moviliza a la sociedad y crea cultura.

Ahora bien, si aquí hay alguien que pretendiera remplazar de golpe el modelo de siembra directa yo les diría que no. Que la ley forma parte de un proceso para revertir ese modelo. Y los legisladores no fuimos los autores intelectuales, sino que nuestro mérito –si hubo alguno- fue captar y dar forma parlamentaria a la iniciativa de quienes son verdaderamente los sujetos de la agricultura familiar.

Si bien esta Ley es un instrumento fundamental, el nuevo modelo de sociedad que procuramos se tiene que articular con otras instituciones de la economía social y solidaria. Hay que desterrar esa idea de los pilares de la economía social y solidaria como parte de un compartimento que corresponde a una economía de subsistencia, que se trata de políticas asistenciales del Estado para sostener a sectores que no han podido ser contenidos por el modelo. No solo no estoy de acuerdo con eso, sino que estoy en las antípodas de esa idea. Creo que frente a las crisis estructurales del modelo de desarrollo concentrado en Argentina, en América Latina y en el mundo, la economía social y solidaria es la estructura que tiene que dar forma a un nuevo modelo de cultivo y a un nuevo sistema de relaciones sociales horizontal, diversificado y efectiva y verdaderamente democrático.

La Ley de Agricultura Familiar habla claramente de una nueva ruralidad, de una ‘nueva ruralidad’ como concepto para nada reñido, sino complementario, que no se puede explicar por fuera de una nueva urbanidad. Es decir, plantear los nuevos ejes de convivencia de nuevos colectivos humanos y sociales desde otra dimensión completamente distinta.

La ley mira la relación del productor con la tierra a escala humana, y no desde la perspectiva de una pizarra que marca la variación febril de las cotizaciones de derivados financieros aquí y en otros mercados del mundo. Debemos insistir en incorporar una nueva lógica de análisis que confronte con esta cultura dominante, que no la deje ser la única. Que no la confronte desde la particularidad sino desde la disputa de modelos. Entonces, por ejemplo, crea un instrumento fundamental, que es el banco de tierras. Que tiene que trabajar coordinadamente entre los niveles nacional, provincial y municipal.

Establece la prohibición de los desalojos. Cosa que me parece muy importante, porque buena parte de la problemática que han afrontado los productores de la agricultura familiar, pequeños productores, los productores frutícolas frente al corrimiento de la frontera agraria es el robo de la propiedad de la tierra de forma absolutamente violenta. Y algunas veces contando con la anuencia de poderes políticos locales.

Una vez más, si Ustedes me dijeran ‘con esta ley esto se termina’, no. Con esto se confronta, se disputa, eso es el proceso político. Yo no reniego ni renuncio a ningún objetivo maximalista, que en general está guiado por un sentido igualitario. Pero la experiencia me indica que hay que ir abriendo caminos para alcanzar nuestros objetivos. Si no acompañáramos la Ley porque no es la ideal, y eso desembocara en la construcción de ese ideal, estaría bien. Pero la realidad indica que eso le daría más poder a los sectores oligárquicos, no a los campesinos. Hay que tener mucho cuidado en eso.

El proyecto incluye también capítulos de desarrollo tecnológico, nuevos procesos productivos y de comercialización, etc. Y quiero cerrar con dos reflexiones. La primera es que considero insostenible este modelo de acumulación y concentración de la propiedad que conlleva el sistema financiero actual. En confrontación con él, creo que la tendencia en nuestro país y en la mayoría de los países de Sudamérica es disminuir la presión de la deuda e integrar a la sociedad a la más vasta cantidad de sectores vulnerables. Se pueden criticar ritmos, políticas y niveles de profundidad, pero la tendencia no ha sido a aumentar la ratio de la deuda o la desintegración social. Ahora bien, cuando aun aplicando políticas no-neoliberales, es decir, siguiendo la conducta correcta, aparecen los límites estructurales al modo de acumulación, es que ya no basta con aplicar políticas no-neoliberales. Llega el momento de encarar los cambios estructurales de la matriz económica, exigidos para mantener esos niveles de autonomía e integración social. Y para llegar a eso hay que dar batallas muy fuertes, como por ejemplo, cuestionar el hecho de que sean las empresas, y no los pueblos, quienes se apropien de la parte mayoritaria de la renta agropecuaria. Algunos hechos indican que algo está cambiando, por ejemplo, con el nuevo constitucionalismo sudamericano, que avanza en nuevos modelos de propiedad social, colectiva, cooperativa, solidaria, que deben coexistir con el clásico modelo de la propiedad privada del liberalismo.

En fin, me parecía más importante plantear estas cosas que leer el articulado de la ley y sus incisos, porque Ustedes los pueden obtener en internet. Lo que quería plantear son algunos de los grandes motivos que tenemos para seguir luchando para desplazar a los poderes facticos de su condición de poderes dominantes, colonizadores, que siempre encontraron un aliado en los Estados y las políticas liberales, y convertir al Estado en promotor de la producción y de la democracia económica, y en amigo de los sectores que más trabajan y que más necesitan. Muchas gracias.-

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