Sr. Raimundi.- Estamos debatiendo una serie de iniciativas que han sido propuestas en el contexto de la crisis.
Si no estuviéramos viviendo este clima de crisis internacional seguramente muchas de estas medidas no figurarían en el ideario del oficialismo.
Lo primero que me interesaría plantear, más allá del dictamen, es situarnos en el concepto de la crisis.
Volviendo al tema que nos ocupa, quiero decir lo siguiente. Se está hablando de crisis del capitalismo, y esta atmósfera de crisis financiera del capitalismo lleva al gobierno a tomar estas iniciativas por la caída de los principales bancos de inversión y de las principales consultoras de riesgo.
Señora presidenta: fíjese cómo estaremos colonizados culturalmente que desde hace muchos años en el mundo hay un promedio de 4.700 millones de personas bajo la línea de pobreza y más de 900 millones de personas que padecen hambre. Esto viene ocurriendo desde hace muchos años y sin embargo jamás generó un clima de crisis del capitalismo en el mundo. Para nuestra cultura, el capitalismo entra en crisis cuando entran en crisis los grupos financieros.
Por lo tanto, la idea que va a guiar toda nuestra iniciativa y la defensa de nuestro dictamen es plantear la crisis del paradigma social del capitalismo. Es decir, si nosotros quisiéramos, tendiendo a un mayor desarrollo, que los países africanos –por no hablar de los latinoamericanos tuvieran el nivel de desarrollo humano y de confort de Vancouver, necesitaríamos el equivalente de los recursos naturales de cinco planetas para cumplir ese paradigma.
Por lo tanto, lo que está en juego no es encontrar el punto de equilibrio del sistema financiero internacional sino un nuevo paradigma filosófico para que en el mundo haya lugar para todos los seres humanos.
Dicho esto, señora presidenta, quiero hacer una segunda aclaración, también de contexto. El gobierno argentino vino planteando en los foros internacionales el desacople de la Argentina respecto de la crisis mundial. Y ese desacople tenía que ver con una suerte de blindaje financiero de la Argentina con mayores niveles de desendeudamiento, de reservas y de superávit, que de alguna manera le permitía protegerse desde el punto de vista financiero de posibles corridas.
Eso es parcialmente cierto y constituye un valor positivo que encuentra a la Argentina en una situación relativa mejor que lo que la hubiera encontrado una crisis similar en otras etapas. Ahora bien, cuando la crisis repercute sobre los precios internacionales de los productos que vendemos, cuando repercute en una menor producción automotriz -y, por lo tanto, en una menor demanda, porque hay menos liquidez en los mercados internacionales , y cuando lleva a una retracción de la inversión, eso necesariamente repercute en la Argentina no ya desde el punto de vista financiero, sino de la actividad productiva. Es ahí donde hay que poner el eje de las medidas anticrisis, porque se nos están juntando coordenadas que son muy peligrosas.
Tenemos una mayor recesión de nuestra economía que lleva a aumentar los requerimientos sociales. Basta hablar con los representantes de los gobiernos provinciales o con los intendentes del conurbano de mi provincia –la provincia de Buenos Aires , para enterarse de que en las últimas semanas han aumentado entre un 20 y un 30 por ciento sus demandas de financiamiento al Estado nacional para cubrir sus políticas sociales, llámese comedores, programas de inclusión o lo que fuere.
Por lo tanto, tenemos más recesión, menos superávit, más demanda social y una curva de vencimientos que se agrava muchísimo en el esquema financiero del año que viene. Es decir que había que tomar medidas de rescate por parte del Estado frente a esta crisis.
Nosotros presentamos uno de los tres dictámenes. El primero, el del oficialismo, está guiado por una línea conceptual que nosotros no compartimos. Todos saben que cuando estuvimos de acuerdo con la línea conceptual de los proyectos oficiales, los hemos apoyado sin ningún prurito. Incluso nos empeñamos en proponer mejoras, conseguir modificaciones, etcétera. Pero acá estamos en las antípodas de la línea conceptual por la forma como el gobierno afronta estas medidas.
Del otro lado, un dictamen que dice: “Rechácese todo”. Nosotros, fieles a esta mirada de la crisis internacional, presentamos un dictamen que sostiene que hay que lograr un rol activo del Estado. ¿Hay que inyectar recursos al sector público de la economía? También. Lo hacemos a diferencia de otros sectores que, como planteo anticrisis, sugieren volver al Fondo Monetario Internacional. Otros, muy vinculados al menemismo de los 90, envían mails con un trabajo sobre el blanqueo laboral que dice: “Blanqueando se aumenta el costo laboral en más de un 50 por ciento.” Es decir que hacen un planteo crítico de la registración laboral, porque aumenta el costo empresario. Este razonamiento, llevado al extremo –repito lo mismo de otros debates , nos lleva a la desaparición lisa y llana del Estado como factor reasignador de recursos y redistribuidor de riquezas.
Si lo que aquí está en juego es el rol del Estado, lo que nosotros estamos planteando es otro rol del Estado y otro mensaje. No el mensaje de los títulos I y III del dictamen que consideramos.
El título II puede ser criticable u opinable, pero no está guiado por una lógica perversa.
Los títulos I y III están guiados por la lógica de la impunidad fiscal tanto a los impuestos internos como al blanqueo de capitales externos. Digo esto porque si el proyecto no está segmentado, si no se dice que realmente la posible repatriación de capitales o la moratoria de impuestos está dirigida a los pequeños sectores de la economía, da para cualquier cosa. Se abre un abanico donde sería perfectamente posible avanzar en cualquiera de los ilícitos conexos con la evasión tributaria.
Nosotros preferimos un mensaje de rescate del Estado desde el punto de vista de su capacidad productiva y de su capacidad para construir una economía sana dentro de la cual se inserte un mayor nivel de actividad económica.
Para finalizar, señora presidenta, para no robar tiempo al señor diputado Lozano, enumeraré algunas medidas. Muy distinto sería el mensaje del Estado si en lugar de querer obtener las divisas que la Argentina requiere para cubrir sus necesidades del año próximo, en lugar de la impunidad fiscal planteara el ahorro de divisas cobrando impuestos especiales y solidarios al consumo de divisas para la compra de bienes suntuarios.
Muy distinto sería el ahorro de divisas por vía del control de la fuga de capitales, que según lo proyectado para este año dará un resultado equivalente al doble del superávit comercial.
Muy distinto sería el mensaje del Estado alentando el ahorro de divisas a través del control de la actividad de las aduanas y de las exportaciones para evitar los desfalcos que ya fueron denunciados en esta Cámara.
Muy distinto sería el mensaje del Estado si en lugar de estimular el consumo de una industria muy dependiente de la cadena internacional, como la industria automotriz, se incentivara el consumo de productos vinculados con una cadena de valor mucho más integrada dentro de la industria nacional.
Muy distinto sería el mensaje del Estado si el consumo se estimulara a partir del incremento de los planes de inclusión social de carácter universal para fomentar el consumo. En esta coyuntura ni siquiera estoy planteando incentivar el ahorro de la comunidad. Hay capas medias que víctimas de esta colonización cultural toman como una alternativa de ahorro la compra particular de dólares que conspiraría contra la necesidad de acumular divisas por parte del Estado nacional.
Finalizo reiterando que estamos de acuerdo con el planteo teórico pero que este proyecto lleva adelante herramientas que están en las antípodas de lo que plantea el discurso y de nuestra línea conceptual.
Sesiión del día 10.12.08
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