Sr. Raimundi.- Señora presidenta: nos parece muy bien y natural que entre las actividades de las comisiones de Agricultura y Ganadería y de Presupuesto y Hacienda de los últimos días hayan tenido un papel importante las cuatro entidades rurales.
    Si hay un remanente positivo que nos ha dejado este proceso es que a partir de aquí no hay entidades rurales de primera y entidades rurales de segunda. Por eso quiero comenzar saludando a los más de 200 mil productores frutihortícolas, que ni siquiera son chacareros sino quinteros, a las organizaciones de la economía familiar, que también estuvieron presentes, y a los movimientos campesinos que son tanto o más responsables de la alimentación cotidiana de todos los argentinos que las entidades que han tenido un protagonismo más mediático. (Aplausos en las galerías.)
    Quiero decir unas palabras sobre el contexto mundial. Aquí se dijo correctamente que hay un factor que contribuye al incremento de los precios de los alimentos, que es la incorporación de alrededor de 60 millones de personas anuales en países como la India y China, que por el crecimiento económico suben un nivel cada año en su calidad alimentaria y demandan nuestros productos, duplicando o triplicando nuestros mercados.
    Una segunda razón que también se planteó es el incremento de los precios de la energía, y esto tiene mucho que ver con la cuestión alimentaria porque la energía de origen en los hidrocarburos es fundamental para la producción de granos en materia de fertilizantes, en materia de agroquímicos y en materia de gasoil.
    Pero hay dos elementos más. En primer lugar, la energía se ha tornado escasa para los niveles de consumo y de demanda que está adquiriendo el mundo, y además esto se toca con la cuestión de los alimentos porque las energías alternativas que se han planteado pasan por los biocombustibles. Por lo tanto, eso es lo que une la frontera de la energía con la frontera de los alimentos porque buena parte de los granos son el principal insumo para producir biocombustible.
    Es decir que hay una cantidad grande de razones que explican el aumento de los precios externos. Hay otro elemento y es que los precios no están creciendo al mismo nivel de la demanda sino que crecen mucho más. El porqué  de que los precios crezcan mucho más que la demanda de habitantes que requieren esos alimentos hay que buscarlo en la especulación financiera.
    Por lo tanto, compartimos el discurso de aquella dirigencia política, en la que se encuentra nuestra presidenta y otros presidentes, en la última reunión cumbre de Tucumán, que plantearon que hay una renta agropecuaria que gravar, y que es la que aquí está en cuestión, pero también hay una renta de origen agropecuario que tiene que ver con la especulación financiera, que también hay que gravar y que no ha sido gravada hasta el momento.
-    Ocupa la Presidencia el señor presidente de la Honorable Cámara doctor Eduardo Alfredo Fellner.

Sr. Raimundi.- Ahora, el contexto internacional no lo estoy planteando en abstracto, porque aquí se ha hablado del ejemplo de Brasil. Se ha dicho que Brasil hace unos años estaba igual o peor que la Argentina, pero Brasil tuvo políticas públicas que le permitieron duplicar su stock ganadero y convertirlo en algo que era impensado hasta ahora, y es que hoy Brasil es el principal exportador de carne bovina en el mundo, un puesto que la Argentina jamás habría perdido si hubiera aplicado las políticas apropiadas. Doy el ejemplo de Brasil porque es un país que combina políticas públicas que alientan la exportación con políticas públicas como las aplicadas hace una semana, que también alientan la protección alimentaria de su población. Esto es así porque el presidente Lula ordenó a través de su ministro de Agricultura la adopción de dos medidas proteccionistas fundamentales para garantizar la seguridad alimentaria de su pueblo. La primera fue prohibir las exportaciones de arroz, y la segunda, nacionalizar la industria del fósforo, que es uno de los principales componentes químicos en la producción de granos.
    Señalo esto para salir del falso dilema de que si se exporta no se puede alimentar al pueblo o que si se alimenta al pueblo no se puede exportar, porque con correctas políticas públicas de carácter estratégico se puede duplicar el saldo exportable y, al mismo tiempo, garantizar los precios de los alimentos internos conforme al poder adquisitivo de la población.
    Pasando al proyecto, si planteamos este contexto cambia completamente la lógica de qué es ganar y qué es perder en este conflicto. Si uno mira la pequeña puja distributiva interna, que no es menor sino que la planteo como tal comparándola como oportunidad histórica a nivel mundial, ganar no es recuperar un punto o bajar un punto las retenciones, sino que es destrabar este conflicto para situar a la Argentina en esta gran oportunidad histórica que nos demanda el mundo.
    A usted le consta, señor presidente, que en todo este proceso nosotros no hemos pronunciado una sola palabra que se pudiera interpretar como un escollo para la resolución del conflicto. Siempre apostamos a la racionalidad y al equilibrio. Por eso esta noche vamos a votar exactamente en el mismo sentido en el que lo hicimos en el mes de marzo, cuando se puso a consideración una resolución del Poder Ejecutivo que decía “ratifícase todo lo actuado”, que no la aprobamos porque no estábamos de acuerdo con todo lo que se había actuado, y en el otro extremo se puso una expresión que decía “derógase todo lo actuado”, y nosotros tampoco vamos a ser funcionales a quienes quieren derogar o rechazar todo lo que hace un gobierno en uso de sus legítimas atribuciones de capacidad estatal para regular la política económica.
    Otro tema que se ha planteado aquí es que no se podía cambiar, como si fuera una cuestión de Estado, la palabra “ratifícase”, término que ha resultado la madre de todas las batallas. Eso era utilizar la lógica de la pulseada, la lógica del “no van a hacer que dé el brazo a torcer”, cuando realmente haber quitado esa palabra llave hubiera operado como una válvula en un recipiente de máxima presión que por el sólo hecho de abrirse descomprimiría el clima, y en un clima más descomprimido se podía haber conversado en otra atmósfera de consenso sobre las posibles soluciones a este conflicto para evitarnos los costos que fuimos teniendo en estas últimas semanas.

Sr. Presidente (Fellner).- Le ruego que vaya redondeando, señor diputado, porque su tiempo...

Sr. Raimundi.- Sí, señor presidente, pero usted recordará que hemos acordado que las intervenciones se extendían cinco minutos por bloque.

Sr. Presidente (Fellner).- Me están ratificando que así es, señor diputado. Continúe en uso de la palabra.

Sr. Raimundi.- Por eso nosotros pretendemos superar la falsa dicotomía entre “ratifícase o muerte” o “suspéndase o muerte” con un texto que recupere las facultades que el artículo 75, inciso 1°, de la Constitución Nacional le confiere a este Congreso en términos de autoridad para fijar los derechos de exportación. De esta manera hubiéramos salido del laberinto por arriba y hubiésemos creado un marco distinto para discutir políticas de mayor consenso.
    Otra de las cosas que nos parecen insuficientes de este proyecto –además de las que señaló el señor diputado Lozano  es que el trámite para la obtención de los reintegros, leído desde la cultura de un productor rural, resulta un jeroglífico, que lo primero que hace es causarle rechazo por lo engorroso del texto. Hay una cultura de décadas y hasta de siglos que marca con claridad que el productor rural no quiere trámites ni escollos. Por lo tanto, tendríamos que haber encontrado otros mecanismos  que los hay  para convertir la devolución del reintegro en un trámite automático.
    Además, esas rémoras ancestrales del campo van de la mano de una cultura de la informalidad. Por eso, pensamos que el mecanismo automático tiene dos caras: en primer lugar, al presentarse con un cupón al banco el productor cobra de manera automática; en segundo término, en el momento que se presente el productor quedará registrado fiscalmente, con lo cual podremos ir rompiendo ese proceso de informalidad de la economía rural de la Argentina.
    Adelanto que vamos a votar coincidiendo con aquellos que reivindican para el Estado la capacidad de regular y gravar las rentas extraordinarias. Vamos a votar desde una posición que reivindica para el Estado la legitimidad de diseñar políticas públicas. Pero también vamos a votar un proyecto que reivindique para el Estado el desempeño de un rol en la investigación y provisión de insumos al pequeño productor, a fin de no dejarlo a merced de las multinacionales de los fertilizantes y de la genética en semillas que le venden a precio de mercado.  Digo esto porque el Estado podría jugar un rol importante como comprador principal y como distribuidor a menores precios.    
    La posición de no votar el proyecto oficial ni los proyectos que plantean rechazar en su totalidad la filosofía de la política oficial, no es una posición intermedia ni indefinida; por el contrario, está gobernada por valores muy precisos. El primero de ellos –esto se vincula con los rumores y las operaciones de los últimos días sobre seducción de nuestro bloque y de canje de leyes  es que en la Argentina hay muchos políticos –lo digo en nombre de todos los políticos que integran nuestro bloque  que no tuvimos, no tenemos ni tendremos precio para votar,  porque lo haremos siempre en función de nuestras convicciones; esto no tiene nada de indefinido y lo vamos a defender aunque a algunos no les quepa en la cabeza.
    El segundo valor, que también está muy definido, es el de la coherencia en términos políticos.  Lo digo porque estamos en desacuerdo con aquellos discursos que en un primer momento manifestaron felicidad por el hecho de que el proyecto llegara al Congreso, pero que inmediatamente después le expresaron a la opinión pública  me refiero a dirigentes políticos y rurales muy encumbrados  que si el Congreso no votaba lo que querían, iban a pedir que se disolviera el Parlamento o incendiarían el país.  Ese es un discurso absolutamente destituyente del orden establecido, por lo que nos va a encontrar aquí firmes en contra de quienes sostienen esa postura. (Aplausos.)
    La seducción y el hecho de que los votos tengan precio son operaciones que surgen de parte de aquellos que dividen la política entre morales e inmorales.  Porque si la política se reduce a la categoría de que todos los que están conmigo son los morales, a los que no piensan como yo los tengo que descalificar desde el punto de vista moral.  Eso no lo vamos a aceptar desde ningún punto de vista.
    Tan malo como ese planteo destituyente que acabo de mencionar es pensar que las mayorías parlamentarias se votan un día y eso da derecho para no escuchar nunca más lo que pasa en la sociedad hasta la próxima vez que me voten.
    Esa tampoco es una concepción de la democracia como proceso de formación de consensos.

-    Manifestaciones en las galerías.

Sr. Raimundi.- Desde una oposición que no agita el rencor ni el alarmismo, ni tampoco apuesta al fracaso del gobierno, adelanto que no vamos a votar la propuesta oficial, sino que nos vamos a pronunciar por nuestro dictamen de minoría.
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