Reflexión de Carlos Raimundi sobre las PASO.
Las dictaduras están conformadas por cuestiones de fondo y por metodologías. Y todas se instauraron en nombre de la democracia.
Su justificación siempre fue restablecer instituciones que las experiencias populares supuestamente habían distorsionado, pero su verdadero objetivo era llevar a cabo el saqueo de los recursos nacionales en favor de los intereses de los grupos de poder que las sostenían. Y para ello apelaron a manipular al poder judicial y a los medios de comunicación, a proscribir los liderazgos populares, debilitar al universo del trabajo digno y la representación sindical, e intimidar y criminalizar la protesta social. Y como prolegómeno de todo, a burlar la voluntad popular. Eso sí, amparadas en la protección de la cultura dominante, su telón de fondo siempre fue simular ideales democráticos.
Todos estos elementos de fondo, bajo una metodología diferente, concurren en el presente.
Nuestros recursos son expoliados, se ataca al trabajo y a la protesta social, se controlan el poder judicial y los medios, se intenta proscribir a líderes como Cristina Fernández de Kirchner (o a Luis Inácio Lula Da Silva en Brasil), se mantiene encarcelados a 14 presos políticos entre los cuales resalta como emblema la figura de Milagro Sala, y a esto se agregó, a último momento, la desaparición forzada de Santiago Maldonado. En este contexto se desarrollaron las elecciones del 13 de agosto de 2017.
Las mismas cuestiones de fondo, recubiertas –o encubiertas- detrás de otras metodologías. Menos crueles en apariencia, igualmente crueles en cuanto a sus consecuencias sobre el Pueblo, mientras situaciones similares se replican en toda nuestra región.
Ellos pertenecen a otro universo de valores. Su pacto es con los mercados, no con el mandato popular. Por eso, si para obedecerlo deben deshonrar el voto, no vacilarán en hacerlo, como ayer.
Siempre transgreden un límite más, de modo de nunca aquietar nuestro desconcierto, y tratan de que pasemos de él a la exasperación. Y nosotros no tenemos que aceptar que ese camino, que ellos han diseñado para nosotros, sea nuestro camino. Nunca debemos abandonar la senda de la inteligencia, que no está reñida con la pasión por luchar, sino que la mejora. Aún cuando nuestra estrategia será estar alertas, concientizados, movilizados, ocupar los espacios públicos, inundar las calles, tenemos que hacerlo con inteligencia. La sabiduría popular es un componente fundamental del costado más bello y plebeyo de la Democracia profunda. Con esta última estamos definitivamente comprometidos, y de allí que hemos emprendido el rumbo de construir una nueva y enorme mayoría.

 

 
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